Aunque en la investigación acerca de la escritura maya se ha avanzado mucho en los últimos años, aún existen grandes lagunas en su comprensión. Irónicamente, entre éstas se encuentran los nombres de personas, a pesar de que los jeroglíficos que los denotan se hallan entre los primeros que fueron identificados. En este sentido, no ha habido mucho progreso desde los primeros trabajos, como los de Tatiana Proskouriakoff (1960). Aunque ahora podemos identificar los jeroglíficos que corresponden a nombres de individuos, por su posición en el texto, seguimos usando nombres descriptivos, como Gobernador A (de Tikal, Guatemala) o Humo Caracol (de Copán, Honduras), y no los nombres reales, indicados por los jeroglíficos. En algunos casos, se establecieron definitivamente en la literatura lecturas prematuras de los jeroglíficos (por ejemplo: Ah Cacaw, uno de los gobernantes de Tikal). Esto dificultó el estudio sistemático actual de los nombres reales.
Sin embargo, gracias a los avances en la epigrafía y al silabario elaborado durante los últimos años, los nombres de gobernantes pueden revelar mucho acerca de conceptos mayas sobre la personalidad, la percepción del individuo y las relaciones de éste con otros seres, y en particular sobre la naturaleza sagrada del gobierno en la cultura maya del periodo Clásico.
Aunque muchos signos aún no han podido ser descifrados, ya es posible leer muchos nombres reales. Por ello no hay que llamar al gobernante Ah Cacaw así, puesto que se sabe que los escribas de Tikal lo llamaban Jasaw Chan K’awiil. En este ensayo se presentan algunos avances en el estudio de los nombres de los gobernantes hombres. Las frases nominales de mujeres que se mencionan en los textos jeroglíficos merecen un estudio aparte, puesto que difieren por completo de los nombres masculinos.
Otro aspecto sobre el cual se debería poner más atención en el futuro son los nombres de personajes secundarios, los que no pertenecen a gobernantes. Dichos nombres parecen ser más simples, más breves, y carecen de atributos divinos. El estudio de éstos, sin embargo, se dificulta debido a la escasa importancia que se presta a esos individuos en los textos jeroglíficos.
Cambio de nombre e identidad
De la mayor parte de los soberanos mayas sólo se conoce el nombre que usaron después de su entronización. Debe tomarse en cuenta que casi todos los textos biográficos, aunque en ellos se relaten eventos como el nacimiento de un gobernante u otros que ocurrieron durante su niñez, fueron escritos de manera retrospectiva, después de su entronización. Sin embargo, se cuenta con algunos textos jeroglíficos en los que se indica que los gobernantes mayas tenían otro nombre antes de su entronización. Éste era su primer nombre, el que usaron durante su niñez. El cambio de nombre probablemente formaba parte del conjunto de ceremonias que acompañaban la entronización y, con él, el niño, el joven príncipe, se transformaba en rey (Grube, 1999).
Un buen ejemplo sobre este cambio de nombre se encuentra en los textos jeroglíficos de Palenque, Chiapas. En éstos, el rey conocido como K’inich K’an Joy Chitam, en su niñez llevaba un nombre que todavía no ha sido completamente descifrado (similar a Ux-?-Maat). El cambio de nombre tuvo lugar el día de su entronización, el 30 de mayo de 702 d.C. Se añadió una parte nueva a su nombre, con el cual, a partir de allí, fue conocido como gobernante. En el Tablero del Palacio de Palenque, Chiapas, se relata que, en el momento de su entronización, K’inich K’an Joy Chitam no sólo se coloca su tocado real (hu’un) sino que también recibe su nombre divino. Hay otros ejemplos mediante los cuales se puede averiguar el cambio de nombre, o mejor dicho, la yuxtaposición de una nueva parte al nombre de la niñez. Aunque en los textos jeroglíficos existan pocas referencias al cambio de nombre, es muy probable que esta costumbre se convirtiera en un patrón general. El cambio de nombre al momento de asumir un cargo importante es un fenómeno que se observa en muchas sociedades de todo el mundo.
La entronización puede entenderse como un rito de transformación, un proceso mediante el cual se crea una nueva personalidad. El individuo surge transformado de estos rituales y ya no es un niño o un príncipe, sino un rey avalado por los dioses. La parte nueva del nombre (que en muchos casos es la única que aparece en los textos jeroglíficos) es uno de los símbolos más importantes y evidentes de la nueva identidad.
La estructura de los nombres
¿Qué forma tenían los nombres de los reyes mayas? En primer lugar, debe hacerse una observación general: todos los nombres mayas son oraciones completas, es decir, siempre constan de varias partes. Los más sencillos y breves se componen por lo menos de dos elementos: un sustantivo y otro que tiene la función de predicado en la frase. El orden de estos elementos siempre sigue el mismo patrón: el predicado se encuentra en primer lugar, mientras que el sustantivo siempre ocupa la posición final. Algunos nombres muy sencillos están formados por un adjetivo (un color, alguna calidad) y un sustantivo (el nombre de un dios o de un animal), por ejemplo, Yax Balam, “primer jaguar”. Sin embargo, se trata de una oración completa cuya primera parte es un predicado: la traducción correcta de este nombre es “el jaguar es el primero”. Este tipo de construcción es bastante común en las lenguas mayas y se define como frase estática. Un nombre formado por una frase estática puede también estar compuesto por dos sustantivos, como en el caso del gran gobernante Itzamnaaj Balam, de Yaxchilán, Chiapas (681-742 d.C.). La segunda parte de este nombre es el sustantivo de la frase, mientras que la primera tiene función de predicado. La traducción correcta de este nombre es “el jaguar es [o representa a] el dios Itzamnaaj”.
La mayor parte de los nombres es más compleja y tiene más de dos elementos. Hay algunos en que el primer elemento es posesión del segundo, por ejemplo, Yich’aak Balam, nombre de un gobernante de Ceibal que se traduce como “la garra del jaguar”.
Muchos nombres poseen la estructura adjetivo/adverbio-objeto poseído-sustantivo. Algunos que siguen este patrón son: Waxaklajuun Ubaah K’awiil, “dieciocho son las manifestaciones/imágenes de K’awiil”, nombre del decimotercer rey de Copán (695-738 d.C.); y K’ak’-U-Pakal-K’awiil, “fuego es el escudo de K’awiil”, nombre de uno de los señores principales de Chichén Itzá, Yucatán. Otros incluyen un verbo completo, como K’ak’ Tiliw Chan Chaak, uno de los gobernantes más poderosos de la dinastía de Naranjo, Guatemala (693-ca . 728 d.C.). Su nombre incluye el verbo til, que en los idiomas ch’olanos significa “quemar”. La traducción completa del nombre es “el Chaak que quema fuego en el cielo”. Otro ejemplo de un nombre que incluye un verbo es el del decimocuarto gobernante de Copán: K’ak’ Joplaj Chan K’awiil, “el K’awiil que sopla fuego en el cielo” (738-749 d.C.).
Todos los nombres de rey llevan al final un sustantivo, que es el nombre de un dios o de otro ser con quien el soberano comparte su identidad. No es sorprendente, entonces, que casi siempre estos sustantivos correspondan a dioses o animales con mucho poder. Por esta razón, al final de los nombres están siempre los mismos dioses: el dios Chaak, el dios K’awiil –el cual estaba estrechamente ligado con las dinastías reales y con las visiones– y un dios todavía desconocido, que parece una advocación importante del dios de la lluvia. También se encuentran otros dioses, como el del Sol, aunque también hay dioses que jamás aparecen en los nombres. El dios de la muerte, el dios L –que era el dueño del inframundo– y, por razones todavía inexplicables, el dios del maíz, no se encuentran en los nombres de los gobernantes.
Además de los de dioses, también los nombres de animales pueden formar el sujeto. Destaca, en primer lugar, el jaguar (balam ), pero también la tortuga (ahk ), el mico (maax ) y el lagarto (ayiin ), animales que desempeñaban un papel importante en la mitología maya. No se ha encontrado algún nombre que se refiera a un animal sin alguna modificación o atributo adicional, obviamente porque los gobernantes no se identificaban con animales comunes, sino sólo con los que tenían importancia religiosa. Los predicados en la primera posición indican claramente que se trata de animales sagrados.
También hay un gran número de nombres de reyes que incluyen palabras que se refieren a objetos. En este caso, los objetos también son sagrados o tienen importancia ritual. Nombres de este tipo son Kan Ek’, “cuatro estrellas”, o K’inich Hun Pik Took, “gran Sol/cara del Sol, ocho mil pedernales”.
Nikolai Grube. Estudió lenguas y culturas prehispánicas en la Universidad de Hamburgo. Recibió el doctorado en la misma universidad en 1989. Desde 1990 enseña antropología en la Universidad de Bonn. En 1999 fue nombrado “Linda and David Schele Professor for Mesoamerican Writing and Art” de la Universidad de Texas, en Austin. Autor de varios libros, el más reciente con Simon Martin, Chronicle of the Maya Kings.
Grube, Nikolai, “Los nombres de los gobernantes mayas”, Arqueología Mexicana, núm. 50, pp. 72-77.
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