Moctezuma II. La gloria del imperio

Eduardo Matos Moctezuma

Fue en 1502 cuando muere Ahuízotl y asume el trono Moctezuma II Xocoyotzin, hijo de Axayácatl. Es él quien regirá los destinos de Tenochtitlan hasta 1520, año en que muere en circunstancias poco claras. Antes de la llegada de los peninsulares, los mexicas se encuentran en su máximo esplendor tanto a nivel económico como en lo político. El Estado mexica ha logrado extender su dominio a buena parte de Mesoamérica y adquiere un carácter imperial caracterizado, como todo imperio, por rebasar sus propias fronteras con el fin de someter otras regiones, a las que les impone un tributo que reviste formas diferentes. Además del tributo interno aplicado a sus propios gobernados mexicas –del que están exentos los nobles–, se cuenta con el tributo externo, que se impone por medio de la entrega periódica a Tenochtitlan de diversos productos o en mano de obra de los vencidos, que tienen que colaborar, en su caso, en las grandes obras imperiales. Una característica del tributo externo es que, al parecer, no preocupa tanto el apoderarse directamente de la tierra conquistada o imponer sus dioses, sino apropiarse de la fuerza de trabajo ajeno, como son los productos cultivados, los elaborados, como trajes de guerreros, mantas, pieles, plumas, caracoles, conchas, cargas de maíz y frijol, y mucho más, sin olvidar las materias primas existentes en las distintas regiones que finalmente se concentran en Tenochtitlan. Sólo en algunos casos la tierra –o parte de ella– es repartida a quienes destacaron en los combates. Para dar una idea de lo anterior, recordemos las palabras de Hernán Cortés cuando se refiere a la extensión del imperio:

…era su señorío tanto casi como España [y añade a continuación al referirse a los pueblos tributarios] …y había cuenta y razón de lo que cada uno era obligado a dar, porque tienen caracteres y figuras escritas en el papel que hacen […] Cada una de estas provincias servía con su género de servicio, según la calidad de la tierra; por manera que a su poder venía toda suerte de cosas que en las dichas provincias había. Era tan temido de todos, así presentes como ausentes, que nunca príncipe del mundo lo fue más (Cortés, s.f., p. 207).

Imagen: Bernal Díaz del Castillo, el soldado cronista, llamó a Tenochtitlan la “gran ciudad de México”. Las grandes obras hidráulicas y la disposición urbana maravillaron a los soldados españoles, quienes las compararon con las “cosas de encantamiento” que se relataban en Los quatro libros del virtuoso cavallero Amadís de Gaula: complidos. Ignacio Marquina, Templo Mayor de Tenochtitlan, acuarela.

 

Eduardo Matos Moctezuma. Maestro en ciencias antropológicas, especializado en arqueología. Fue director del Museo del Templo Mayor, INAH. Miembro de El Colegio Nacional. Profesor emérito del INAH.

Matos Moctezuma, Eduardo, “Moctezuma II. La gloria del imperio”, Arqueología Mexicana, núm. 98, pp. 54-60.

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