Cúmulo de símbolos. La Serpiente Emplumada
El héroe cultural
Tal vez desde finales del periodo Clásico en Mesoamérica (900 d.C.), la naturaleza divina de la serpiente emplumada comenzó a ser encarnada por los numerosos personajes que asumieron sus atributos y, a la vez, las preocupaciones y aspiraciones de los pueblos de los que eran protectores. La aparición del monstruo mítico de los orígenes sirvió para fundamentar el inicio de las dinastías nobles de muchos pueblos, mediante personajes históricos que eran mezcla de sacerdotes y gobernantes, cuyas hazañas son parcialmente históricas y a la vez mitológicas. Dónde y cómo ocurrió esto es aún tema de debate.
Aparentemente, el culto de varias deidades antiguas como la serpiente emplumada, el dios del viento y Venus se fusionaron alrededor de estos héroes míticos, debido a la existencia de un sistema más amplio de comunicación religiosa que permitía compartir los principales elementos de culto entre todas las regiones mesoamericanas.
Son muchas las figuras que personificaron a la ancestral serpiente emplumada como sacerdote y héroe. Entre ellas se menciona a Gucumatz, Kukulcán, Totepeuh, Ah Pop y muchos más. Uno de estos personajes, descrito en los códices mixtecos, es 9 Viento. Los dioses del cielo nocturno le entregaron los atributos del dios del aire; luego nació de un pedernal para crear un nuevo orden cósmico. Entre sus tareas estuvo la de cargar el cielo, separándolo de la Tierra, crear los ríos y montañas, establecer el orden del tiempo, originar las artes, los oficios y, sobre todo, dar lugar a los linajes nobles que gobernarían a los humanos, todas atribuciones de la antigua serpiente emplumada que, no obstante, continuó siendo plasmada alrededor de estos dioses humanizados.
Los temas de la cosmogonía fueron trasladados al acontecer de los hombres-dioses, lo cual deja entrever las necesidades de legitimación del poder político unido al poder divino. Pero las personificaciones de Quetzalcóatl fueron más allá de una simple combinación de los mitos primordiales, lo cual generó el desarrollo de elementos visuales y discursivos que ponían en evidencia las contradicciones de los pueblos del Posclásico, en constante lucha con sus vecinos por el territorio y por los recursos. Los conflictos terrenales y cósmicos se despliegan en los relatos de Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl, el más célebre de los héroes míticos, cuya trama se desarrolla en la legendaria ciudad de Tula.
La naturaleza de este soberano es contradictoria. Es a la vez guerrero y civilizador, gran aventurero y penitente, asceta e incontinente sexual, señor de la sobriedad y la embriaguez, vencedor y derrotado. Es importante señalar que Quetzalcóatl también significa “gemelo precioso”, y que su ciclo está claramente relacionado con los héroes mayas del Popol Vuh: Hunahpú y Xbalanqué, quienes pasan por situaciones muy semejantes en su lucha contra los señores de la oscuridad. La condición doble de los gemelos se extiende a diversas circunstancias opuestas y complementarias. Éstas se expresan en términos cósmicos y políticos entre el oscuro mundo de los muertos y el nacimiento de la luz y la vida, la época de lluvias y la época de secas, la vida guerrera y la civilizada.
Blas Castellón Huerta. Arqueólogo por la ENAH. Maestro en antropología por la Arizona State University. Doctor en antropología por la UNAM. Investigador en la Dirección de Estudios Arqueológicos, INAH. Director del Proyecto Cuthá, Zapotitlán Salinas, Puebla, INAH, y profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y en la Universidad Iberoamericana.
Castellón Huerta , Blas, “La serpiente emplumada. Cúmulo de símbolos”, Arqueología Mexicana, núm. 53, pp. 28-35.
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