Presentación
La idea de la sección es presentar relatos, historias y descripciones sobre religión, ritos o cosmogonías registradas en códices u otras fuentes escritas con la finalidad de acercarnos al pensamiento antiguo mesoamericano. En los manuscritos pictográficos se representan diversos temas relacionados con el origen de los pueblos, la creación de sus linajes, o bien, las prácticas rituales o ceremoniales dedicadas a los dioses que, en general, son poco conocidas o exploradas debido a su compleja naturaleza iconográfica. Por medio de un breve análisis de códices y textos coloniales tempranos, rescataremos el significado de los antiguos relatos que se hallan plasmados en los sistemas de escritura pictográficos.
Uno de los manuscritos más importantes provenientes de la región de Cuauhtinchan, Puebla, es la denominada Historia Tolteca-Chichimeca, en la cual se ofrece una amplia narrativa sobre los grupos tolteca-chichimecas que poblaron la enorme ciudad de Cholula durante el Posclásico Temprano. Este manuscrito, en parte pictográfico, en parte alfabético escrito en lengua náhuatl, constituye una de las principales fuentes para conocer la historia del señorío de Cuauhtinchan y el origen de su compleja conformación étnica desde el asentamiento de los tolteca-chichimecas hasta la llegada de los mixtecos-popolocas procedentes de Coixtlahuaca.
El folio 16r que aparece en este artículo es una de las escenas más conocidas de la imaginería mesoamericana relacionada con el mítico Chicomóztoc y la salida de los grupos chichimecas que habitaban en las cuevas ubicadas dentro de la gran montaña. Según el relato de la Historia Tolteca-Chichimeca Icxicóhuatl y Quetzaltehuéyac, guías, dirigentes y sacerdotes de los toltecas, regresan al Coliuhquitépetl o Colhuacatépec (cerro torcido, cerro de los abuelos o antepasados) para buscar aliados que los ayudasen a pelear contra los xochimilcas y los ayanpanecas que se habían rebelado del dominio tolteca tras la derrota que éstos habían infligido a los olmecas y a los xicallancas por el control de Cholula. La escena muestra la llegada de Icxicóhuatl y Quetzaltehuéyac al pie de la gran montaña para tratar de hablar con los siete grupos chichimecas (aunque en el texto se mencionan a ocho) y convencerlos de que vayan a la guerra con ellos y vencer a sus enemigos.
Según el texto en náhuatl, los siguientes son los grupos chichimecas que salieron de Chicomóztoc: los cuauhtinchantlacas, moquihuixcas, totomihuaques, acolchichimecas, tzauhctecas, zacatecas, malpantlacas y los texcaltecas.
En el pasaje que transcribimos a continuación (tomado de la edición de Kirchhoff, Odena y Reyes García, 1989, pp. 162-164) se aprecian los diálogos y la riqueza discursiva del náhuatl, que son el complemento adecuado para comprender mejor el significado de los glifos y de los elementos pictográficos plasmados en el códice.
Y cuando llegaron a Colhuacatepec, en el día trece Xóchitl, Icxicóhuatl y Quetzaltehueyac, ya los dos se dicen: –Pilli mío, Icxicóhuatl, tlatouani, hemos llegado aquí a Colhuacatepec. ¿Acaso será aquí? A ver tienta.
Le dijo: –Así sea, pilli mío. Y luego ya tienta, dizque era muy caliente, luego le dijo: –Aquí es, pilli mío, donde están los tepilhuan chichimeca. Allí Icxicóhuatl tomó el nombre de Mapachi [tentador]. Y esto aconteció por la tarde.
Y luego ahí se sentaron a hacer sus ritos invocando a su creador e inventor, estaban con aflicción en Colhuacatepec. En el día 1 Cipactli, al segundo día, ya otra vez se dicen: –Pilli mío, Quetzaltehueyac, “adelgaza”. Allí Quetzaltehueyac tomó el nombre de Tlacanauhqui [el que adelgaza]. Por segunda vez le dice a Icxicóhuatl: –Pilli mío, Icxicóhuatl, tlatouani, a ver escucha. Le respondió: –Así sea. Y luego ya se agacha a escuchar, escucha al xicotli y al pepeyolli que para hablar gruñen; su pelo, por escuchar, allí se torció. Icxicóhuatl entonces tomó el nombre de Tzoncolli (cabello torcido). Y luego le dice a Quetzaltehueyac: –Mi pilli, hablan los tepilhuan chichimeca. Ya es aquí. Pon atención, sirve y haz tu labor. Allí se pusieron a orar. Y por segunda vez le dijo a Quetzaltehueyac: –Mi pilli, tlatouani Quetzaltehueyac, a ver, golpea la cueva, al Coliuhquitepetl. ¡Ea! ¡Cumplamos con nuestra labor! ¡Hacemos sufrir a nuestro creador y hacedor!
Luego ya Quetzaltehueyac golpea a la cueva, al cerro; por lo cual se rompió el borde de la cueva. Quetzaltehueyac toma por segundo nombre el de Huitec [golpeador]. Y con esto aconteció a los dos días de estar en Colhuacatepec.
En el día 2 Ehécatl se rompió el borde de la cueva, del cerro. En él se muestra ya el tlacatecólotl, ya les llama Tezcatlipoca, les dice: –¡Oh Icxicóhuatl, oh Quetzaltehueyac, ve! ¡Ea! “¿Acaso no soy dos?” “¿Acaso no soy tres?” ¡Empiecen! ¡Pongan a prueba a los tepilhuan chichimeca! Y luego Icxicóhuatl y Quetzaltehueyac le respondieron: –Así sea, está bien, mi pilli, mi hueyo. Y cuando se quebró el borde, Quetzaltehueyac luego ya mete su bastón dentro de la cueva, dentro del Colhuacatepetl. Ya se adhiere a su bastón, el xicotli, el pepeyoli. Al sacar su bastón ya viene adherido el xicotli, por eso Quetzaltehueyac toma el nombre de Xicotopille [el del bastón del abejorro] [f. 17r, ms. 54-58, p. 32, párrafos 173-182].
Manuel A. Hermann Lejarazu. Doctor en estudios mesoamericanos por la UNAM. Investigador en el CIESAS-D.F. Se especializa en el análisis de códices y documentos de la Mixteca, así como en historia prehispánica y colonial de la región. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
Hermann Lejarazu, Manuel A., “Relato sobre la salida de los chichimecas”, Arqueología Mexicana núm. 142, pp. 84-85.