Tlalpizáhuac, estado de México

Morrison Limón Boyce

La privilegiada ubicación de Tlalpizáhuac, en la ribera norte del lago de Chalco y el pie de monte del cerro El Pino, le permitió aprovechar los múltiples recursos que ofrecían
tanto el lago –peces, aves, tules, etc.– como la montaña.

 

Cuando los primeros europeos pisaron tierras de Anáhuac, Tlalpizáhuac estaba bajo tierra y olvidado, y lo seguiría estando hasta que en 1987, de manera fortuita, se pusieron al descubierto los primeros vestigios de este antiguo asentamiento. El sitio arqueológico al que haremos referencia se encuentra en las afueras del poblado actual de Tlalpizáhuac, municipio de lxtapaluca, estado de México, a la altura del km 24 de la carretera México-puebla. Estos vestigios fueron descubiertos cuando se realizaban obras para la construcción de una unidad habitacional. Al nivelar el terreno para construir las calles y excavar zanjas para la introducción del drenaje, fueron apareciendo una gran cantidad de materiales arqueológicos, por lo que se dio aviso a las autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia. En 1987 se llevó a cabo un primer rescate en el predio, coordinado por el arqueólogo Alejandro Tovalín A. Como resultado de estos trabajos, se determinó la protección de cerca de ocho hectáreas, que son las que presentaban una mayor concentración de restos arqueológicos. El proyecto para la exploración del sitio fue retomado en 1989 por el Instituto Mexiquense de Cultura, bajo la dirección de Ricardo Jaramillo Luque. Los trabajos de campo fueron coordinados por Alejandro Tovalín hasta 199l y, de este año hasta la fecha, por Daniel Granados. Gracias a un convenio establecido con la constructora AURIS, compañía que realizaba los trabajos para la construcción de la unidad habitacional, los terrenos fueron cedidos al Instituto Mexiquense de Cultura.

Como resultado de extensos recorridos por la Cuenca de México a fines de la década de los sesenta y principios de la de los setenta, William T. Sanders y Richard Blanton reportaron varios asentamientos ubicados en las inmediaciones del actual Tlalpizáhuac: un caserío contemporáneo de Teotihuacan, una residencia aislada del momento inmediatamente posterior, dos caseríos del periodo Posclásico Temprano (900-1250 d.C.) y uno de la época azteca. Ninguno de ellos corresponde con el sitio que nos ocupa. Éste, por su particular situación geográfica, fue cubierto por gruesos sedimentos en el pie de monte y permaneció oculto hasta que recientemente fue hallado por accidente. Las fuentes históricas coloniales hacen referencia a Tlapizahuayan, toponímico que ha sido traducido como “lugar donde se tañen las flautas”, o como “lugar donde se angosta”. Es probable que estas referencias hagan alusión a algunos montículos de la época azteca, que se encuentran dentro del poblado actual.

El asentamiento se localiza en la parte sureste de la Cuenca de México y en tiempos prehispánicos se extendía a lo largo de la ribera norte del lago de Chalco y el pie de monte del cerro El Pino, lo que le daba una ubicación privilegiada, ya que tenía acceso tanto a los múltiples recursos que ofrecía el lago (peces, aves, tules, etc.), como a los de la montaña. Esta ubicación resultaba también privilegiada desde un punto de vista estratégico, ya que el sitio se encuentra en el paso natural hacia la zona del lago de Texcoco, hacia la tierra caliente de Morelos y hacia la región poblano-tlaxcalteca.

Poblamiento

Las investigaciones realizadas indican que el sitio tuvo dos momentos de ocupación: uno durante el periodo conocido como Epiclásico (650-900 d.C.), momento en que se inicia la construcción de muros de contención, plataformas y basamentos que forman el sitio, y otra en la que llega a su mayor expansión, durante el Posclásico Temprano (900-1250 d.C.). El Epiclásico es un periodo que en la Cuenca de México se caracterizó por el reacomodo de la población, en gran medida como consecuencia del vacío de poder dejado por la caída de Teotihuacan. Asimismo, se organizaron centros aparentemente autónomos, que controlaron territorios limitados.

En la región que nos ocupa podemos mencionar a los sitios de Xico, Cerro portezuelo y Cerro de la Estrella como centros de poder en ese momento. Con los conocimientos actuales no se puede determinar si Tlalpizáhuac dependía de alguno de éstos. Durante ese periodo, el sitio parece haber estado bajo la influencia de grupos de la región Puebla-Tlaxcala, ya que existen semejanzas, particularmente con Cacaxtla, en detalles arquitectónicos y en algunos tipos cerámicos. Para el Posclásico Temprano la influencia proviene definitivamente de la región de Tula: 80% de las vasijas recuperadas en entierros, tanto de personas de alto rango como de gente común, es de tipos usados y surgidos en Tula.

 

Morrison Limón Boyce. Arqueólogo. Maestro en antropología. Estudios de doctorado en la Universidad de Cambridge, Inglaterra. Desde 1991 es director del proyecto arqueológico de San Miguel Ixtapan, Tejupilco. Fue subdirector de Arqueología del Instituto Mexiquense de Cultura, en donde coordinó y supervisó diversas investigaciones en todo el estado de México. Investigador del Colegio Mexiquense.

Limón Boyce, Morrison, “Tlalpizáhuac, estado de México”, Arqueología Mexicana, núm. 43, pp. 27-31.

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