La lengua española entró en contacto por primera vez con la lengua maya en 1511, mediante Gonzalo Guerrero y Jerónimo de Aguilar, quienes sobrevivieron al naufragio de su nave y escaparon de una muerte sacrificial en la que perecieron sus correligionarios menos afortunados. Guerrero se casó con la hija de un cacique maya, se incorporó en cuerpo y alma al mundo indígena e inclusive peleó al lado de los autóctonos contra los españoles. Aguilar fue rescatado por Cortés en 1519 y cuando, hirsuto, físicamente irreconocible, bajó de la piragua, dijo en un español “mal mascado y peor pronunciado”: “¡Dios y Santa María e Sevilla” (Díaz del Castillo, 2014, p. 105). Después de hablar maya durante ocho años, había perdido el uso del castellano. Sus coterráneos no lo reconocieron tampoco cuando fue llevado donde estaba Cortés. “Era moreno y trasquilado a manera de indio esclavo […], con una manta vieja muy ruin, y un braguero peor, con que cubría sus vergüenzas; y traía atada en la manta un bulto y eran Horas muy viejas” (Díaz del Castillo, 2014, p. 106). Su conocimiento de la lengua maya resultó esencial para la conquista al permitir la comunicación con los moradores de la península de Yucatán y luego con los pueblos nahuas por la intermediación de Malintzin.
Los primeros malentendidos
Con la expedición de Francisco Hernández de Córdoba y su encuentro con los mayas, en 1517, las lenguas entraron en un contacto todavía superficial pero con un primer “roce” de palabras. Estos primerísimos intercambios lingüísticos, tangenciales, ya que los españoles no hablaban maya ni los mayas español, fueron sin duda acompañados de mímicas. En lo que concierne al oro, una mirada codiciosa debe haber respaldado la petición gestual de los foráneos. Es probable que la primera palabra maya, extraída de una masa acústica audible pero incomprensible para gentes extrañas y extrañamente ávidas de un metal dorado, fuera tak’in, “oro”, y más tarde la palabra náhuatl correspondiente: teocuítlatl.
Imagen: Francisco Hernández de Córdoba. Museo Histórico Naval, Veracruz. Foto: Wikimedia Commons. Tak’in, teocuítlatl: el oro tan codiciado por los españoles. Códice Florentino, lib. XII, f. 8v. Foto: BNAH.
Patrick Johansson K. Doctor en letras por la Universidad de París (Sorbona). Investigador del Instituto de Investigaciones Históricas y profesor de literaturas prehispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras, ambos en la UNAM.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Johansson K., Patrick, “El español, el maya y el náhuatl conquista y reconquista”, Arqueología Mexicana, núm. 172, pp. 18-25.