Los estudios etnomicológicos en zonas áridas de México han sido escasos, debido a que en un principio se pensó que a los habitantes de estas regiones les desagradaban los hongos (micófobos). A pesar de ello, con el paso del tiempo las investigaciones en las regiones áridas se han ido incrementando, lo que ha provocado el replanteamiento del uso actual de especies fúngicas poco conocidas. Tal es el caso de Podaxis sp., el “hongo blanco comestible”, uno de los principales alimentos recolectados en la temporada de lluvias del semidesierto cuicateco, por mestizos de tres grupos étnicos: mazatecos, cuicatecos e ixcatecos, establecidos en tres localidades: Santa María Tecomavaca, San Pedro Chicozapotes y San Juan Bautista Cuicatlán, que forman parte del polígono de la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán, nombrada recientemente (2018) patrimonio mundial por la UNESCO (Herrera, 1950; Medina-Ortiz et al., 2017).
Los habitantes de dichas regiones han acumulado diversos conocimientos sobre la fenología y ecología de las especies del género Podaxis, los que les permiten su rápida localización. Según los habitantes, la “acidez del agua de la lluvia” se relaciona con la germinación de las esporas; “cuando empiezan las lluvias constantes es cuando nacen los hongos”, “los honguitos brotan cuando después de llover, el cielo se despeja y sale el sol”, y “para que crezca, es necesario que el hongo esté (expuesto) al sol por uno o dos días”. Respecto al hábitat, consideran de máxima importancia saber dónde y cómo se pueden encontrar, por ello, al paso del tiempo, el conocimiento adquirido se ha transmitido de generación en generación, de padres a hijos: “se producen en gran cantidad a orillas del río o en suelo arenoso”, “se producen en todo el monte, inclusive en terrenos arables o de producción agrícola” y “donde hay uno, hay dos” o, en otras palabras, “nacen en parejitas”.
Algunos pobladores se dedican a recolectar hongos inmaduros para la elaboración de productos culinarios: a) se le puede consumir crudo; b) en caldo con pollo, c) en tesmole (un platillo caldoso, típico de la región); d) en mole; e) frito con epazote y chile al gusto; f) guisado con calabacitas, y g) en empanadas. Por otro lado, cuando el hongo alcanza la madurez, los mismos recolectores trasladan el cuerpo fructífero a los lugares donde quieren que crezcan la siguiente temporada de lluvias, esparciendo las esporas aleatoriamente. Para ellos es importante conservar la cultura del consumo de los hongos, pues relacionan su importancia con el hecho de que “es uno de los productos más ricos y nutritivos que puede dar el campo”.
Finalmente, se sabe que la mayoría de las especies de hongos pertenecientes al género Podaxis tienen gran importancia culinaria, medicinal y económica en diversas regiones áridas del mundo, por lo que es necesario realizar más investigaciones que permitan ampliar el conocimiento de éstos y otros hongos de las zonas desérticas de México.
Teófilo Herrera Suárez. Doctor en biología, Facultad de Ciencias, UNAM. Químico bacteriólogo parasitólogo por la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, IPN. Investigador emérito del Instituto de Biología, UNAM, y del SNI.
Abraham Josué Medina Ortiz. Biólogo con especialidad en agroecología, Instituto Tecnológico del Valle de Oaxaca. Curador de plataformas de hongos en Conabio y asesor en algunos proyectos productivos en Tecomavaca, Oaxaca.
Herrera Suárez, Teófilo y Abraham Josué Medina Ortiz, “Un hongo blanco comestible del desierto”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 87, pp. 68-69.