Variables mortuorias
La mayoría de los entierros que han sido analizados –de acuerdo con la metodología bioarqueológica– son depósitos individuales, directos de tipo primario y en posición extendida, aunque también se han registrado de manera flexionada en decúbito lateral derecho o izquierdo; así como de tipo indirecto, ya que se hallaron también en continentes artificiales conocidos como cistas, chultunes y dentro de vasijas de barro, práctica frecuente en la región maya, con algunas variantes en la disposición y materiales de construcción. En cuanto al patrón de orientación, las variantes más frecuentes son: norte a sur y este a oeste.
Los objetos elegidos para acompañar a los individuos son diversos y difieren en cuanto a los materiales de manufactura: cerámica, lítica, concha y objetos de hueso humano o de otras especies. En ocasiones están presentes todos estos tipos o la combinación de algunos de ellos; los más comunes son los objetos cerámicos, como platos o cajetes, depositados sobre la cabeza del individuo enterrado, aunque también se han encontrado en otras partes anatómicas como el vientre, los pies u otro espacio cercano al cuerpo.
La presencia de diversos objetos en las sepulturas refleja la creencia de que el espíritu llevaría una existencia semejante a la terrenal y conservaría su identidad durante el viaje a su destino final.
Variables tafonómicas
Los efectos de los factores tafonómicos, como tipo de suelo, presencia de humedad y cambios drásticos de temperatura, menguaron la materia ósea en diferentes grados, de acuerdo con la combinación de estos factores y la intensidad de su acción, por lo que, en su mayoría, los entierros presentan un mal estado de conservación y fue prácticamente imposible observar las variables biológicas.
Cuando el estado de conservación es bueno, permite un amplio conocimiento de las características del individuo. Otros factores que influyen en la conservación de los materiales osteológicos son la edad del individuo y las propias condiciones del enterramiento. En los depósitos de cistas se ha observado que existen varios casos en que la estructura colapsó, lo que dio como resultado la fragmentación de los materiales arqueológicos que estaban debajo, incluyendo los restos óseos.
Imagen: Algunos objetos óseos hallados en el tramo 1. a) Cuenta en forma tubular elaborada en hueso. Estructura 05236. b) Punzón manufacturado con asta de venado. Estructura 09007. c) Objeto de hueso, de algún animal sin identificar, con perforaciones, posiblemente utilizado como ornamento. Estructura 05022. Entierro 0002714, recuperado en la Estructura 01149, tramo 1. Fotos: Gloria Islas Estrada.
Nancy Gelover Alfaro. Maestra en antropología física por la ENAH. Investigadora de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH. Responsable del Laboratorio de la Sección de Bioarqueología del Tren Maya, tramo 2.
Gloria Islas Estrada. Licenciada en antropología física por la ENAH. Investigadora del Centro INAH Querétaro. Responsable del Laboratorio de la Sección de Bioarqueología del Tren Maya, tramo 1.
Jorge Arturo Talavera González. Licenciado en antropología física, maestro en arqueología y doctor en etnohistoria por la ENAH. Investigador de la Dirección de Antropología Física y coordinador de la Sección de Bioarqueología de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH. Coordinador de la Sección de Bioarqueología del Tren Maya.
Gelover Alfaro, Nancy et al., “Leyendo los huesos. La bioarqueología en el proyecto del Tren Maya, U lu'umil maaya wíiniko’ob”, Arqueología Mexicana, núm. 176, pp. 84-89.