Aprehensión
Zazacatla fue ocupado alrededor del año 1200 a.C., momento en que las sociedades mesoamericanas estaban pasando por un proceso de diferenciación social que las transformó de igualitarias a estratificadas, es decir, una parte del grupo se separó de los que eran sus iguales, erigiéndose en el estrato dominante; para ello retomaron y reformularon conceptos asociados a la cosmovisión y la sacralidad que iban a crear un nuevo código de significación que los legitimó (el código de significación se basa en la propuesta de Umberto Eco en su Tratado de semiótica general, 2000, p. 25, que establece: “Siempre que una cosa materialmente presente a la percepción del destinatario representa otra cosa a partir de reglas subyacentes, hay significación”). La manifestación de este código es lo que se ha denominado “el fenómeno olmeca”. De manera general se trata de una serie de rasgos comunes compartidos por los grupos mesoamericanos de este periodo y que son considerados de “estilo olmeca”, “tradición olmeca” o “cultura olmeca”, conceptos que hoy todavía están en discusión.
Uno de los elementos más importantes de este código es la montaña, tal como podemos ver en Chalcatzingo, Zohapilco, Teopantecuanitlán y El Manatí, entre otros sitios; en el código, la montaña es el lugar donde los ancestros/sobrenaturales habitan, y el acceso a su morada es la cueva. Zazacatla parecería la excepción a la regla, ya que fue fundado sobre un afloramiento de escasa altura de roca caliza, en medio de un valle de gran riqueza agrícola, pero relativamente alejado de las montañas más cercanas; sin embargo, en el afloramiento existe un hundimiento natural de la roca caliza, de aproximadamente 100 m de diámetro, y en la temporada de lluvias tenía un espejo de agua. Esta poza de Zazacatla tuvo la connotación de umbral del mundo acuático pletórico de riquezas vegetales, donde habitaban los ancestros/sobrenaturales y a su alrededor se encontraban los edificios del centro cívico ceremonial del sitio.
Adaptación
Para el año 1000 a.C. en Mesoamérica el código de significación olmeca fue compartido y utilizado en la cerámica, arquitectura y escultura por grupos de población en un esfuerzo por sacralizar sus vidas. Mientras que en la etapa anterior los signos tuvieron características “naturalistas”, ya que se pueden determinar con claridad elementos tales como el “Dragón Olmeca” y la “Cruz de San Andrés”, entre otros; para este momento el código había permeado tanto y estaba tan aprehendido por toda la sociedad que algunas líneas fueron suficientes para plantear la totalidad del signo, su denotación y sus múltiples connotaciones.
Entre 1000 a 800 a.C. Zazacatla fue el centro dominante de esa región poniente. Para la construcción del centro ceremonial los trabajos fueron de gran envergadura: nivelación de la roca madre, acarreo de tierra y roca caliza con características especiales de color y corte de rocas a tamaños específicos; todas estas actividades muestran un férreo control sobre una población numerosa. La estructura más temprana de Zazacatla es el Edificio de las Lajas, que se caracteriza por la colocación de lajas formando el signo de una V invertida y en su fachada norte cuatro nichos dentro de los que se encontraron los monumentos 1, 2, 3 y 4.
En el Edificio de las Lajas fueron representados varios signos del código de significación olmeca: la estructura como una proyección de la Montaña Sagrada; la colocación de las lajas formando el signo de la V invertida, cuya connotación de cueva es enfatizada por los nichos; los personajes de los monumentos 1 y 2 estaban en la cueva, dentro de la montaña, como debieron estar los ancestros, pero también los árboles cósmicos –si pensamos que el edificio fue simétrico y por lo tanto hubo otras dos esculturas semejantes en el lado sur del edificio–; el Monumento 4 probablemente es un ser sobrenatural, mientras que en el Monumento 3 se encuentra un momento de creación, puede ser el ancestro, el chamán, el árbol cósmico, antes de salir de la cueva sosteniendo la semilla.
Giselle Canto Aguilar. Arqueóloga por la ENAH. Investigadora del INAH en el proyecto Ceramoteca del INAH Morelos, cuyo objetivo es la caracterización de los grupos mesoamericanos que habitaron el estado de Morelos y del que se desprenden las investigaciones del sitio de Zazacatla.
Canto Aguilar, Giselle, “Zazacatla”, Arqueología Mexicana, núm. 153, pp. 40-42-
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