Chaac era deidad maya de la lluvia y del rayo. De sus brazos cuelgan bolsas de copal; en la mano izquierda sostiene una bola de copal ardiente y en la derecha una vasija con agua. Estos portaincensarios se hacían con una cerámica burda y en molde, y su apariencia final se conseguía adhiriendo mediante pastillaje –una técnica cerámica– atributos que distinguirían al objeto. Se le llama portaincensario porque generalmente se trataba de dos partes: la base o cuerpo y un pequeño recipiente donde se ponían carbones encendidos y copal, con tapa que tenía agujeros para que saliera el humo aromático. Esta figura de Chaac está pintada de azul y rojo, colores que están, el primero, relacionado con el agua, la humedad y el inframundo, y el segundo, con la guerra y la muerte por sacrificio.
El apogeo de la ciudad de Mayapán ocurrió en el Posclásico Tardío (1250-1500 d.C.) y ejerció su hegemonía en todas las ciudades vecinas. La ciudad estuvo amurallada porque cuando inició su desarrollo en el Clásico Tardío (600-800 d.C.) toda Mesoamérica pasaba por una época convulsa, marcada por la guerra de donde se obtenían prisioneros para darles muerte por sacrificio. La cantidad de portaincensarios encontrada en Mayapán habla de los constantes rituales realizados en sus edificios.
Tomado de, Arqueología Mexicana, Especial 44, Mundo maya. Esplendor de una cultura