Saburo Sugiyama, Alejandro Sarabia
Recientes descubrimientos proporcionaron nuevos datos cruciales con perspectivas novedosas de la “ciudad de los dioses”. Las excavaciones de túneles hacia el corazón de las pirámides mostraron que los teotihuacanos estuvieron obsesionados con rituales de sacrificio para proclamar su poder político y militar sagrado.
Teotihuacan fue una antigua ciudad situada en la parte noreste de la Cuenca de México, una región lacustre con abundantes recursos naturales. Fue la primera metrópoli en Mesoamérica que tuvo capacidad para albergar a más de 100 000 habitantes, y cuya zona residencial se extendía más de 20 km2. Tuvo una sociedad compleja, estratificada y multicultural que recibía diferentes grupos étnicos originarios de regiones alejadas, entre ellos zapotecos y mayas.
La subsistencia de los habitantes consistía en diversas plantas domesticadas en Mesoamérica, tales como maíz, frijol, calabaza, chile, tomate, nopal, amaranto, etc., alimentos típicos y fundamentales en México desde hace miles de años hasta hoy. Los teotihuacanos criaban perros y guajolotes (pavos) para alimentarse, pero un mayor porcentaje de proteínas provenía de la caza de gran variedad de animales silvestres, entre otros, venados, conejos, aves, lagartos, así como de chapulines, gusanos, peces y caracoles.
Una de las características de esta ciudad fue la compleja organización social para cumplir demandas gubernamentales y el sistema de tributo o comercio para importar diversos materiales exóticos y a la vez exportar productos teotihuacanos de concha, cerámicas y, sobre todo, de la obsidiana que extraían de yacimientos cercanos en el Altiplano Central.
Cronología
El origen del urbanismo en Teotihuacan se ha mantenido como uno de los temas más oscuros, ya que pocas de las estructuras de etapas tempranas han sido excavadas hasta la fecha. Los escasos datos sólo señalan que la ciudad se creó como un centro ceremonial, ocupando el área central desde el siglo I d.C., y creció relativamente rápido.
La ciudad planificada, como la vemos actualmente, fue establecida alrededor de 200-250 d.C., con la edificación de la Pirámide del Sol, la Pirámide la Luna (una subestructura llamada Edificio 4) y la Ciudadela. En las épocas de auge de la gran urbe, fechadas entre los siglos II y V d.C., aproximadamente 2 000 conjuntos departamentales fueron construidos, agregados y modificados repetidamente para la creciente población. Diversas actividades político-religiosas, sociales, artesanales y comerciales se realizaron en los espacios públicos y en esos complejos residenciales. Aparentemente ocurrió un cambio o restablecimiento político-religioso del gobierno alrededor de 350 d.C., cuando los teotihuacanos tuvieron una interacción más intensa en muchas regiones de Mesoamérica.
Esta ciudad de magnitud excepcional dejó de funcionar en el siglo VI, probablemente por la confrontación político-social o ideológica entre sus habitantes, como lo indican restos de incendios extensivos hallados en distintos edificios, incluidos monumentos mayores con los que manifestaban su poder político.
Teotihuacan fue una ciudad planificada a una escala excepcionalmente extensa, que hasta entonces no había logrado ninguna otra ciudad mesoamericana. Una de las características más acusadas de esta ciudad y que observamos aún en nuestros días, es la monumentalidad destacada e integrada en su inusual planificación urbana. La Pirámide del Sol, la de la Luna y la Ciudadela con su monumento principal llamado Pirámide de la Serpiente Emplumada, fueron distintivamente monumentales entre sí. La perfección y la precisión de tal monumentalidad se pueden apreciar en la orientación exacta, la forma arquitectónica estandarizada y la distribución espacial armónica de los edificios, lo cual sugiere un fuerte control gubernamental.
Sugiyama, Saburo, y Alejandro Sarabia, “La ciudad con una cosmovisión mesoamericana”, Arqueología Mexicana núm. 107, pp. 39-45.
• Saburo Sugiyama. Doctor en antropología por la Universidad Estatal de Arizona. Profesor de la Universidad Estatal de Aichi, Japón, y profesor-investigador de la Universidad Estatal de Arizona. Arqueólogo especializado en Mesoamérica. Codirector del Proyecto Pirámide de la Luna, Teotihuacan.
• Alejandro Sarabia González. Arqueólogo por la ENAH. Maestro en antropología y candidato a doctor en antropología por la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. Director del proyecto de investigación y conservación de la Pirámide del Sol desde 2004.
Texto completo en la edición impresa. Si desea adquirir un ejemplar: http://raices.com.mx/tienda/revistas-las-ciudades-en-mesoamerica-AM107