Los hongos tóxicos en México

Amaranta Ramírez Terrazo y Brenda Karina Aranda Pineda

Los hongos, además de tener un papel fundamental en la naturaleza, poseen gran importancia para muchas de las culturas alrededor del mundo. Particularmente, en México aún predomina la antigua tradición de recolectar y consumir hongos silvestres. Sin embargo, dentro de la gran variedad de especies existentes, hay algunos que poseen sustancias nocivas al ser consumidos por las personas y que pueden provocar desde un simple cuadro diarreico hasta la muerte. Al conjunto de síntomas provocados por la ingesta de este tipo de hongos se le denomina micetismo (Bersinsky y Besl, 1990; Montoya et al., 2007). Aunque no se conoce el total de hongos tóxicos y/o venenosos se estima que existen alrededor de 100 especies tóxicas o sospechosas de toxicidad; de éstas, nueve son mortales, principalmente las especies blancas del género Amanita.

Existen algunas evidencias que nos han permitido determinar la relevancia de los hongos desde la época prehispánica. Su uso estaba relacionado con fines espirituales y sagrados, y quienes los consumían podían ponerse en contacto con sus dioses por medio del estado “embriagante” que provocan (Guzmán, 2011). Fray Bernadino de Sahagún, en el siglo XVI, en Historia general de las cosas de Nueva España –también conocido como Códice Florentino–, menciona que además de los hongos que tienen efectos en la mente, existen otros que son utilizados con fines alimenticios y deben ser debidamente cocinados o hervidos, de lo contrario pueden provocar diversos malestares como vómito; también menciona que en caso de envenenamiento podía usarse un remedio que consistía en un ungüento preparado con un insecto llamado axin o aje (Llaveia axinus) (Sahagún, 1549).   

En la Historia natural de la Nueva España, escrita por Francisco Hernández entre 1570 y 1577, se menciona la existencia de unos hongos llamados citlalnanacame, los cuales son mortíferos y que actualmente se sabe que pertenecen a la especie Amanita muscaria. También menciona los teyhuintinanacame, que producen demencia temporal y risa moderada, y los teihuinti, setas que también alteraban la mente de las personas y provocaban visiones de guerra y figuras demoniacas (Hernández, 1559).

En el Vocabulario de la lengua cakchiquel, escrito en 1690 por Tomás de Coto, se menciona la necesidad de conocer los hongos que se consumen, ya que algunos son malignos y mortíferos, a los cuales se les llama aizalah ocox o xibalbay ocox. A los hongos que embriagan se les llama ek qim ti qhuhirican. En esos documentos se refleja un conocimiento fino de los hongos tóxicos por parte de los antiguos mexicanos, quienes eran capaces de reconocer diferentes tipos de hongos tóxicos y los síntomas que provocaba su consumo.

El conocimiento que tenían las personas del México antiguo acerca de los hongos se vio afectado por una etapa de oscurantismo. Después de la conquista se prohibió su consumo con fines ceremoniales o rituales, por los efectos “demoniacos” que producían (Ramírez- Terrazo 2017). Sin embargo, el conocimiento que de los hongos tienen los pueblos originarios en algunas zonas del país se conserva intacto.

 

Amaranta Ramírez Terrazo. Estudiante del doctorado en ciencias biológicas, UNAM. Laboratorio de Ecología, Sistemática y Aprovechamiento de Hongos Ectomicorrízicos C-103, Instituto de Biología, UNAM.

Brenda Aranda Karina Pineda. Pasante de licenciatura en biología en la UNAM. Miembro fundador y activo de Fungorum, Grupo para la Divulgación y el Estudio de la Micología (UNAM).

Ramírez Terrazo, Amaranta y Brenda Karina Aranda Pineda, “Los hongos tóxicos en México”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 87, pp. 74-77.