La colección de códices de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia

María Teresa Sepúlveda y Herrera

La Biblioteca Nacional de Antropología e Historia custodia una de las colecciones más ricas e importantes de documentos pictográficos. En años recientes quedó inscrita en el Programa Memoria del Mundo de la UNESCO, bajo el nombre: Colección de Códices Originales Mexicanos, en el que la biblioteca junto con el Instituto Nacional de Antropología e Historia se obligan a conservar y difundir los documentos pictográficos: un códice prehispánico, el Colombino; 94 códices coloniales originales, y 68 reproducciones de códices originales de los siglos XVII, XVIII y XIX.

Lorenzo Boturini y el Museo Indiano

Parte importante de la colección de códices de la BNAH procede de los documentos pictográficos que Lorenzo Boturini reunió en los casi ocho años que permaneció en la Nueva España (1736-1743).

Lorenzo Boturini Benaducci, señor de la Torre y Homo, de origen milanés, llegó a la Nueva España como apoderado de doña Manuela de Oca Silva y Moctezuma, condesa de Santibáñez, para cobrar las rentas de una encomienda en las cajas reales de la ciudad de México; aunque, entusiasmado con la empresa, olvidó recabar los permisos necesarios para permanecer en el país. Muy pronto se interesó por los testimonios del pasado indígena: los sitios arqueológicos, los códices, manuscritos y mapas, además de obras impresas; recorrió ciudades y pueblos de la Cuenca de México, Toluca, Morelos y Puebla; en Tlaxcala ostentó el cargo de alcalde mayor y aunque no estuvo en Oaxaca su colección contaba con códices de ese estado: el Códice Dehesa y la Genealogía de Etla, entre otros. Lorenzo Boturini adquirió, compró, copió e hizo copiar numerosos documentos originales, contó con varias piezas de la colección de don Carlos Sigüenza y Góngora, entre ellas el Mapa de Sigüenza; además de documentos de don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl como la Historia Tolteca-Chichimeca. Con esa colección de documentos, Boturini intentó crear el Museo Indiano, con el que se apoyaría para escribir su Historia de la Nueva España y además sería el instrumento que validaría las apariciones de la Virgen de Guadalupe, para hacerla coronar; con este fin consiguió un breve del papado, que no reconoció el arzobispo de México; sin embargo, ya había iniciado una colecta entre los creyentes. A poco de llegar a la Nueva España, el virrey Pedro Cibrian Agustín, conde de Fuenclara, se enteró de las actividades de Boturini, quien por tratarse de un extranjero, no contar con la licencia para estar en el país, querer coronar a la Virgen y tratar de cambiar el escudo imperial, sospechó de él y le mandó prender. El 4 de febrero de 1743 Boturini fue encarcelado, su colección de documentos decomisada y depositada en las cajas reales. Con el oidor Domingo Valcárcel, juez en la causa, Boturini comenzó el catálogo judicial, que no concluyó; fue terminado por el juez Valcárcel.

El catálogo del Museo Indiano apareció publicado en 1746 como apéndice a su obra: Idea de una Nueva Historia General de la Nueva España; es decir, Boturini hizo el catálogo de sus documentos de memoria y cuando ya se encontraba en España.

De acuerdo al propio Boturini, su Museo Indiano comprendía: “Veinte tomos entre medianos y grandes, con igual número de fragmentos pequeños y crecida porción de mapas de papel de metl, palma o gusano y en pieles de animales y otros en papel castellano” (Torre Revello, 1936, p. 7).

Los documentos del Museo Indiano

Los lugares inadecuados, con humedad, polvo, insectos y roedores, además de la ignorancia, el descuido y desinterés de algunos de sus custodios, propiciaron la destrucción, la pérdida y el saqueo de la colección.

A solicitud de Boturini, la colección fue trasladada de las cajas reales a los pisos altos del palacio para evitar que la humedad la siguiera dañando. Después pasó a la Secretaría del Virreinato, donde en 1745 don Patricio Antonio López, intérprete de la Real Audiencia, hizo un segundo inventario, en el que aparecen 23 documentos pictográficos, entre ellos el Plano Parcial de la Ciudad de México, el Mapa de Sigüenza, el Códice Chavero y el Códice Baranda.

Alrededor de 1750 don Mariano Echeverría Veytia obtuvo amplia autorización para consultar los documentos del Museo Indiano; llevó algunos a su domicilio e hizo numerosas copias que había prometido enviar a Boturini a España. Veytia murió en 1779 y tanto sus escritos como los documentos quedaron depositados en los archivos de la Secretaría del Virreinato.

En 1754 una parte de los documentos del Museo Indiano pasó a la Real y Pontificia Universidad; se relacionaron 25 mapas grandes, 65 mapas chicos, 4 rollitos de fragmentos y el Mapa Teotenantzin. En 1778, de nueva cuenta, los documentos volvieron a la Secretaría del Virreinato. En 1780 don Antonio de León y Gama tuvo acceso a la colección, y, con base en las copias que realizó Veytia, escribió la Cronología empleada por los mexicanos y Descripción histórica de las Dos Piedras. Entre 1792 y 1795 los documentos se trasladaron al convento de San Francisco.

Antonio de León y Gama murió en 1802 y sus estudios, copias y el resto de la colección Boturini pasaron a manos del padre José Antonio Pichardo, su albacea testamentario, quien la aumentó y añadió copias de su propiedad; después de dos años, la colección fue entregada a los descendientes de León y Gama, quienes vendieron a Alejandro de Humboldt 16 documentos que habían pertenecido al Museo Indiano; en 1816 aparecieron publicados en su obra Vistas de las cordilleras y monumentos de los pueblos indígenas de América, en la que se pueden apreciar dos fragmentos del Códice de Huamantla, los códices Mizquiahuala I y II y un catecismo indígena, entre otros. Actualmente los 16 documentos pictográficos se encuentran en la Biblioteca Estatal de Berlín, Alemania

Para 1804 don Ignacio de Cubas realizó un tercer inventario de los documentos, en el que se registran nueve documentos pictográficos: el Códice Chavero, el Códice de Xalapa, la Matrícula de Tributos y el Lienzo de Tlaxcala. En 1821 los documentos del Museo Indiano, por órdenes de Iturbide, fueron trasladados al Ministerio de Relaciones Interiores y Exteriores, y se integraron en un solo fondo con el archivo histórico de la Secretaría del Virreinato. En 1823, las antigüedades, los documentos de León y Gama y el resto de la colección de Boturini pasaron al Conservatorio de Antigüedades, donde don Ignacio de Cubas realizó un cuarto inventario que arrojó un total de 105 documentos y relacionó los 40 faltantes. En 1825 el Conservatorio se convirtió en el Museo Nacional Mexicano.

En esa época ingresaron a la colección las cuatro secciones del Lienzo de Tlaxcala, firmado por Ylláñez en 1773, dos calendarios de Veytia y los cuadros de la familia Mendoza-Moctezuma.

La publicación de las obras de Humboldt y las exposiciones de antigüedades mexicanas y de códices, como las realizadas por William Bullock en el Salón Picadilly en Londres en 1823, y la organizada por el embajador norteamericano Joel R. Poinsett en Filadelfia en 1825, despertaron la curiosidad y el interés de científicos, artistas y viajeros hacia el país, que fue recorrido, descrito y pintado. Ése fue el caso de Juan Federico Waldeck, que se interesó por los documentos pictográficos y adquirió originales y copias como los mapas Quinatzin, Tepechpan y dos hojas del Códice Xólotl, que luego vendió.

En los diez años (1830-1840) que el profesor de francés J. Marius Alexis Aubin permaneció en el país, logró reunir una gran colección de documentos adquiridos de los descendientes de León y Gama y del padre Pichardo; había entre ellos 18 originales de Boturini y más de 70 documentos pictográficos e impresos. En 1889 la colección fue adquirida por Eugéne Goupil, y a su muerte su viuda la donó a la Biblioteca Nacional de París, donde actualmente se encuentra.

En 1885 los documentos de la colección de Boturini, de la Secretaría de Relaciones Interiores y Exteriores, se trasladaron a la Biblioteca Nacional. En 1919 el rector de la Universidad y el director del Museo Nacional decidieron pasarlos a esta última institución. Se comisionó al arqueólogo Ramón Mena para hacer un catálogo, y éste describió 31 documentos, posiblemente no todos; más tarde entregó 24 de ellos al doctor Alfonso Caso, luego otros tres, aunque faltaron siete del catálogo original; en la actualidad esos documentos se encuentran en repositorios de Estados Unidos. La BNAH custodia 48 documentos originales y dos copias que pertenecieron al Museo Indiano.

 

María Teresa Sepúlveda y Herrera. Maestra en ciencias antropológicas por la ENAH, INAH. Especialista en etnohistoria y etnología. Investigadora de documentos pictográficos de la BNAH.

Sepúlveda y Herrera, María Teresa, “La colección de códices de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 42, pp. 8-13.