El guajolote: víctima sacrificial y “limpiador” en la Danza de los Voladores
Ursula Bertels (1993) afirma que se sacrificaba al guajolote porque esta ave sustituía antiguos sacrificios de niños para el dios de la lluvia. De la representación de la sangre de los niños sacrificados, la cual bajaba de lo alto del palo, derivaría también el color rojo del traje de los voladores.
Actualmente, el color rojo del traje permanece como parte de la vestimenta de los voladores, justamente en recuerdo de estas antiguas ofrendas rituales donde la sangre del guajolote sustituye a la sangre humana.
El guajolote como cuerpo-sustituto
El guajolote se coloca vivo, y su cuerpo y su sangre sustituyen los cuerpos y la sangre de los voladores, para que el palo o la tierra no tomen la vida de uno de los voladores. Al ser aplastado por el palo, el guajolote confiere nueva vida al poste cósmico, el cual podrá cumplir su función de hacer volar a los voladores alrededor de él.
Como se muestra en un video grabado por el investigador Guy Stresser-Péan (2016), entre los teenek, en la Huasteca norte, el ave es tomada por uno de los voladores y llevada arriba del palo. Bailará junto con un volador, girando alrededor del palo, para luego ser sacrificado en cuanto llegue a la tierra.
¿Por qué el palo retoma vida al recibir la vida del guajolote y al ser erguido en el centro de la comunidad? Esto se debe al hecho de que los voladores, al cortar el árbol recto, tsakatkiwi, matan a uno de los hijos del dueño del monte. El árbol, una vez cortado, cambia de nombre, se vuelve pukgosni, palo, o literalmente “instrumento para volar”.
Sólo al ser puesto otra vez en el centro y recibir al guajolote puede retomar la vida. Por eso es importante que el guajolote negro, o pollo, o gallina de color negro estén vivos al momento de servir como oferta sacrificial para el palo y la tierra, para que estos seres no se “coman” a uno de los voladores, es decir, no los hagan caer y morir.
Imagen: a) Levantamiento del palo volador b). Gallina negra sacrificada en el ritual. Fotos: Luisa Villani.
Luisa Villani. Doctora en estudios mesoamericanos por la UNAM y posdoctorante en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM. Se especializa en lingüística, antropología y ciencias cognitivas. Estudia las variantes de la lengua totonaca de algunas comunidades que pertenecen a los municipios de Papantla, Coxquihui y Zozocolco.
Villani, Luisa, “El guajolote: víctima sacrificial y “limpiador” en la Danza de los Voladores”, Arqueología Mexicana, núm. 176, pp. 65-69.