La zona conocida como Chichén Viejo fue explorada en 1895 por Edward Thompson, pero fue gracias a las excavaciones del INAH, dirigidas por Peter Schmidt a finales del siglo pasado, que se reconstruyeron las fachadas de los edificios donde se plasmaron los mensajes gráficos que aquí estudiamos.
La Pirámide Votiva de La Quemada es la principal pirámide de este asentamiento por sus dimensiones y ubicación. En ella se encontraba la deidad más importante, cuya identidad se desconoce hasta la actualidad. El edificio era de un solo cuerpo, con una escalinata sumamente pronunciada por donde accedía un sacerdote para colocar ofrendas en la cima, mientras en la parte baja se realizaban las ceremonias.
Única en su tipo, esta diminuta imagen tridimensional del dios mexica forma parte de un corpus escultórico tan interesante como reducido. Su estudio aporta valiosa información acerca del culto imperial y sobre la transferencia de objetos artísticos de las civilizaciones prehispánicas americanas a las potencias coloniales europeas.
En esta nota se expone una hipótesis en torno a una posible orientación cardinal utilizada para expresar los mensajes del Teocalli. Por la importancia que reviste el monolito, esculpido en el tiempo del apogeo expansionista de los mexica-tenochcas, la organización gráfica debió de producirse en un ambiente de exitosa colaboración del trabajo de los tlamatinime (sabios e ideólogos) y los escultores (tetlapanque).