En México existen momias desde la época prehispánica, sobre todo en la parte norte del país, y la mayoría proviene de sitios con un ecosistema árido o semiárido.
La Pirámide del Sol nunca fue una construcción terminada, sino un lugar sagrado donde se llevaron a cabo constantemente proyectos de modificación y ampliación que manifiestan el desarrollo social y la transformación de la cosmovisión