Los animales –los que se cazan, los que se pescan y los domesticados– fueron un componente importante de la dieta mesoamericana. En los mercados se encontraban peces, insectos, aves y mamíferos –como el venado y el conejo–, que se combinaban con los frutos de la tierra –el maíz, el frijol, el tomate, etc.– en una gran variedad de preparaciones sabiamente aderezadas con chiles y hierbas.
Las especies domesticadas con fines alimenticios, por su valor comercial e incluso por sus atributos simbólicos, fueron el guajolote, la guacamaya roja, los pericos, las aves de canto, las abejas y el perro. Este último cumplía diversas funciones: no sólo fue animal de compañía, auxiliar en la caza, fuente de alimento y de materias primas, también tenía relevantes valores simbólicos, entre ellos el de ser acompañante de las almas al inframundo.
Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial. Editor de la revista Arqueología Mexicana.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Vela, Enrique, “32. Perro. Tumbas de Tiro, Colima”, Arqueología Mexicana, edición especial núm. 96, pp. 74-75.