Aromas para los dioses

Miguel García González 

Efluvios mensajeros. El copal y el yauhtli en los sahumadores del Templo Mayor

El copal y el yauhtli: los mensajeros inmateriales

Hemos visto que el copal y el yauhtli eran considerados indispensables en toda suerte de ritos, especialmente en los agrícolas y en las peticiones de lluvia; por ejemplo, se creía que el copal calentaba el aire previniendo las heladas. También se pensaba que el humo del copal atraía a las nubes que producen la lluvia (Heyden, 1997, pp. 263, 266), ya que al hacer combustión, de la resina emana un humo denso, muy blanquecino y muy fragante, que recuerda los cúmulos de nubes que se forman por la condensación del agua en la troposfera terrestre, similares a bolas de algodón y que se aprecian durante el verano, las nubes que presagian el buen clima.

El hallazgo de ocote en algunos sahumadores indica que los sacerdotes mexicas emplearon otros materiales igual de fragantes para comunicarse con los dioses, pues los olores agradables se consideraban puros y sacros. La combinación del copal con el aroma cítrico de las maderas de ocote formaba un binomio aromático ideal, el perfecto regalo y muestra de alabanza hacia las entidades supremas. Por su parte, el yauhtli es de un agradable aroma a anís, pero al quemarse desprende un olor muy desagradable, similar al del laurel, y emana un humo de color grisáceo y negro muy denso, a tal grado que irrita los ojos y las fosas nasales de quien se encuentre cerca.

Este humo se pudo haber asociado con las nubes que presagiaban tormentas, pero no cualesquiera, sino de aquellas que provocan destrucción e inundaciones. A este tipo de nubes se les conoce como nimbos y se caracterizan por su color gris negruzco y su inmovilidad celeste, y porque atraen las fuertes lluvias y en ocasiones las nevadas.

Imagen: a) La quema del copal produce un humo muy denso que impregna el ambiente rápidamente, por lo que en la época prehispánica se empleaba para purificar templos y casas y pedir agua a los númenes acuáticos. b) Vista superior del sahumador A-26. Se conservan vestigios de la quema de sustancias que generaban las representaciones de las nubes, y se ve la cazoleta quemada por la combustión de brasas y sustancias. c) Vista inferior del sahumador A-26. Ofrenda 130, Proyecto Templo Mayor. d) El yauhtli también produce un humo denso; al principio es negro y conforme se quema la planta, la tonalidad es grisácea.  Fotos: Miguel García.

 

Miguel García González. Pasante de arqueología por la ENAH, colaborador del Proyecto Templo Mayor desde 2009. Actualmente desarrolla el proyecto de investigación “Portadores del fuego sagrado, sahumadores del Templo Mayor”.

García González, Miguel, “Efluvios mensajeros. El copal y el yauhtli en los sahumadores del Templo Mayor”, Arqueología Mexicana, núm. 135, pp. 44-49.

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