Por otra parte, el simbolismo del lobo también se encontraba en asociación directa con los guerreros, lo que puede apreciarse en los numerosos ejemplos en la plástica de Teotihuacan, que incluye imágenes de cánidos ataviados a la usanza de dichos personajes. Esta información es consistente con el simbolismo de varias de las ofrendas, que hacen referencia a representaciones de guerreros y, en la cosmovisión mexica, a la batalla cósmica entablada entre las fuerzas de la luz y de la oscuridad.
Los punzones de hueso eran instrumentos del autosacrificio cuyo uso, de acuerdo con las fuentes del siglo XVI, estaba restringido al tlatoani para sus ceremonias de investidura, a los sacerdotes para ciertos rituales y a algunas deidades del panteón mexica, como Tezcatlipoca y Quetzalcóatl. Este último, mediante el autosacrificio, creó al hombre al formar una masa con su sangre y los huesos de los ancestros que se encontraban custodiados por Mictlantecuhtli en el Mictlan.
Por el contexto en el que se hallaron dichos instrumentos en las ofrendas mexicas, se puede inferir que fueron empleados por los sacerdotes mexicas, ya fuera como parte de rituales de consagración de los espacios religiosos o ya fuera simbolizando el objeto divino con el que se cortaba la carne, el cual era colocado junto con la sangre extraída, aunque tampoco se puede descartar la idea de que algunos de los punzones hayan sido enterrados sin usarse, es decir, solamente como objetos votivos.
Otros de los artefactos utilizados para la extracción de sangre, que se han localizado también con mucha frecuencia en los depósitos rituales del Templo Mayor de Tenochtitlan, son las espinas de maguey, las cuales eran extraídas principalmente de dos especies: Agave salmiana y Agave mapisaga, que son las que se encuentran comúnmente en los terrenos de cultivo de zonas aledañas a la Cuenca de México, por lo que la obtención de este tipo de utensilios debió ser una tarea sencilla, lo que seguramente influyó para que se volvieran el instrumento más empleado tanto por los sacerdotes mexicas como por los guerreros, e incluso por la población en general, aunque también eran empleadas por las deidades.
Imagen: Espinas de maguey. Ofrenda 129 del Templo Mayor. Punzones de hueso. Ofrenda 121 del Templo Mayor. Fotos: Cortesía Proyecto Templo Mayor.
Alejandra Aguirre Molina. Doctora en estudios mesoamericanos por la UNAM. Miembro del Proyecto Templo Mayor del INAH. Especialista en el registro y análisis de los depósitos rituales mexicas.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Aguirre Molina, Alejandra, “La sangre preciosa del sacrificio en las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlan”, Arqueología Mexicana, núm. 185, p. 54-59.