Chalcatzingo y lo “olmeca”

David C. Grove

Cuando Eulalia Guzmán realizó su viaje a Chalcatzingo no existían datos con los cuales compararlo; solamente podía especularse acerca de la antigüedad de los relieves o su filiación cultural. El trabajo arqueológico posterior de Matthew Stirling y Philip Drucker en La Venta, Tabasco, convenció a algunos investigadores de la década de los cuarenta de que éste era el lugar de origen de un estilo artístico muy difundido, que el pintor Miguel Covarrubias llamó “olmeca” en 1946. Pronto se aplicó el nombre de olmecas a los pueblos del Preclásico de la costa del Golfo y a los habitantes de La Venta y San Lorenzo, conocidos por sus tempranas piedras labradas. Algunos investigadores también usaron el término olmeca para referirse a los relieves de Chalcatzingo.

En 1972 ya se habían excavado 12 relieves en Chalcatzingo (Monumentos 1 al 11, y 16), pero aún se sabía muy poco sobre el sitio. ¿Se trataba de una colonia o puesto de avanzada de los olmecas, como suponían algunos, o Chalcatzingo desarrolló una tradición artística nativa, tal vez influida por los contactos con muchas regiones de Mesoamérica? Jorge Angulo, Raúl Arana y yo mismo iniciamos el Proyecto Arqueológico Chalcatzingo, mediante el cual se realizaron excavaciones extensivas entre 1972 y 1976 (Grove, 1987) para recabar información acerca de los pueblos que habitaron el sitio y labraron aquellas esculturas. La excavaciones del Proyecto Arqueológico Chalcatzingo mostraron que el terreno deslizado naturalmente desde la base del Cerro Chalcatzingo fue transformado en grandes terrazas residenciales hacia 800 a.C.; los montículos con plataformas de algunas de las terrazas indican la importancia de Chalcatzingo como centro regional. Más aún, a pesar del aspecto olmecoide de algunos relieves, cerámica, figurillas de barro y otros artefactos coincidían con los estilos típicos del Altiplano Central de México, en nada semejantes a los de la zona olmeca del Golfo.

Imagen: Izquierda: Durante las excavaciones del Proyecto Arqueológico Chalcatzingo en el área del antiguo poblado y en los campos terraceados, se descubrieron esculturas relacionadas con el poder político; muchos de esos monumentos estaban mutilados, decapitados o enterrados. Monumento 16, que documentó Eulalia Guzmán en 1934. Museo Nacional de Antropología. Foto: Agustín Uzárraga / Raíces. Derecha: Los relieves de Chalcatzingo muestran temas relacionados con la mitología y los rituales religiosos. En varios se ven animales sobrenaturales, aunque sobresalen los felinos que dominan a personas. Monumento 31. Foto: Oliver Santana / Raíces.

 

David C. Grove. Doctor en antropología por la Universidad de California en Los Ángeles. Es profesor emérito de antropología en la Universidad de Illinois. Se especializa en la arqueología del Preclásico y ha dirigido investigaciones en varios sitios, como Chalcatzingo, Nexpa y San Pablo Hidalgo, en Morelos, y la cueva de Oxtotitlán, en Guerrero.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Grove, David C., “Chalcatzingo. Ocho décadas de exploraciones”, Arqueología Mexicana, núm. 153, pp. 32-39.

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