La mayoría de los arqueólogos traduce el nombre Chichén Itzá como “a la orilla del pozo de los itzaes”, pero en el proyecto Gran Acuífero Maya (GAM) se ha preferido siempre la designación de Román Piña Chan de “la ciudad de los brujos del agua” porque se enfoca, como lo hacemos nosotros, en el agua como un recurso crítico. Esta importancia no es difícil de percibir. Ignacio Marquina documentó que la pirámide principal del sitio, el Castillo, está alineada entre dos cenotes: el Sagrado y el Xtoloc. El interés del GAM en Chichén Itzá surgió del trabajo en el Cenote Holtún, situado a 2.6 km al oeste de la Plaza Central.
Se puede trazar una línea desde Holtún, al oeste, hacia el Cenote Xkanjuyum, al este, que también pasa por el centro del Castillo, formando así un cosmograma perfecto, con el Castillo al centro flanqueado por cuatro cenotes (De Anda et al., 2016). El cosmograma se reconfiguró de manera más clara cuando René Chávez, mediante estudios de electrorresistividad, sugirió la existencia de un cenote debajo del Castillo. Esto representaría la quinta dirección del universo maya y, de confirmarse su existencia, cambiaría profundamente nuestra percepción del sitio. Por una parte, sería claro que el nombre del sitio no se refiere al Cenote Sagrado sino al cenote que está en la quinta posición, el axis mundi del sitio. Ese cenote, debe haber sido el foco de la realización de ofrendas hasta que su acceso fue cerrado en un ritual de terminación al construirse una pirámide sobre su entrada. De existir este cenote, las ofrendas ahí colocadas podrían proveer la fechas más tempranas a la pobremente documentada cronología de Chichén Itzá. Este material podría, además, proporcionar información del cambio (si es que hubo alguno) entre la ocupación maya más temprana y el posterior control del sitio por los itzaes. La posibilidad es particularmente sugerente ya que la oscuridad perpetua del cenote impide el crecimiento de algas, que es el mayor problema para investigar el Cenote Sagrado, por la nula visibilidad causada por ese fenómeno. El problema es poder acceder a ese cenote. La verificación de la existencia de un cenote debajo del Castillo es de alta prioridad.
Nuestro intento de acceder a él a través de túneles desde la cueva del Osario en dirección al Castillo no ha sido exitoso (véase artículo en este número), aunque continuamos trabajando en el problema.
Guillermo de Anda. Investigador de la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH y director del proyecto Gran Acuífero Maya. Arqueólogo subacuático con estudios de maestría en antropología esquelética (UADY) y de doctorado en estudios mesoamericanos (UNAM).
Karla Ortega. Licenciada en ciencias y técnicas de la comunicación, especialista en contenidos multimedia, fotógrafa y exploradora de cuevas y cenotes. Coordinadora de comunicación y vinculación académica del GAM.
James Brady. Arqueólogo con doctorado en antropología por la UCLA. Profesor del Departamento de Antropología en California State University, Los Ángeles.
De Anda, Guillermo et al., “Chichén Itzá y el Gran Acuífero Maya”, Arqueología Mexicana, núm. 156, pp. 34-41.