Desarrollo de la cultura Huatabampo/Cahíta

John Carpenter, Guadalupe Sánchez

La arqueología cahíta: yoreme y yoeme

La Tradición Huatabampo/Cahíta

En Mochicahui (El Fuerte, Sinaloa), en la actualidad uno de los centros ceremoniales yoremes más vibrantes, existen al menos cuatro montículos funerarios. En el montículo de Borboa de Mochicahui excavamos cuatro entierros, dos de ellos de niños con modificación craneal y con fechas que se extienden desde 600 a 1450 d.C.

En la comunidad yoreme de Ocoroni, a 50 km al oriente de Guasave, en un afluente tributario del río Sinaloa, hay varios montículos prehispánicos con cerámica Guasave Rojo sobre Bayo, que actualmente están incorporados en las danzas y rituales yoremes.

Desarrollo de la cultura Huatabampo/Cahíta

En el sitio de Machomoncobe (Huatabampo, Sonora), los restos macrobotánicos recuperados por Álvarez (1990) nos muestran que la subsistencia estuvo basada en el cultivo de maíz, frijol, calabaza y algodón. De acuerdo con datos etnográficos, se practicó la agricultura de inundación durante el verano, aunque la utilización de canales de irrigación fue posible en época de secas. Los recursos marinos fueron muy importantes y en los sitios hubo pescado y moluscos.

La caza de animales como venado y jabalí, junto con la recolección de plantas silvestres como mezquite, amaranto, verdolaga y varios cactus, fueron actividades tan sustanciales como la milpa. La tradición prehispánica Huatabampo/ Cahíta se encuentra en una zona de frontera entre dos macrotradiciones. No cabe duda de que ambas transmitieron parte de su herencia a los yoremes y yoemes, quienes se organizaron en aldeas de agricultores y completaron su dieta con plantas y animales silvestres, así como con recursos del mar.

Un sofisticado sistema religioso y político los unía como macrogrupo étnico. Redes sociales de larga distancia permitían el movimiento de productos, ideas y creencias a lo largo del territorio cahíta, pero estas interacciones ocurrían sin la imposición de un poder estatal y eran empleadas por caciques locales para legitimar su poder en sociedades con raíces profundas en la región.

Imagen: Rituales yoremem. Izquierda: Montículo prehispánico en Ocoroni al que le colocaron encima ramadas ceremoniales. Derecha: Niños que participaron en las ceremonias. Fotos: Julio Vicente. 

John Carpenter. Doctor en antropología por la Universidad de Arizona. Investigador del INAH. Ha estudiado por 40 años a los grupos prehispánicos y protohistóricos de Sonora y Sinaloa, incluyendo cahítas, ópatas, así como los ranchos históricos de la costa de Hermosillo. Ha publicado diversas obras.

Guadalupe Sánchez. Doctora en antropología por la Universidad de Arizona. Investigadora del INAH. Sus intereses se enfocan en los primeros pobladores de América, así como en una gama de adaptaciones humanas al desierto sonorense.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Carpenter, John y Guadalupe Sánchez, “La arqueología cahíta: yoreme y yoeme”, Arqueología Mexicana, núm. 181, pp. 24-28.