Economía mexica y tributo

Enrique Vela

Economía

La estructura económica de Tenochtitlan se basaba en cuatro ramas: el tributo, el comercio, la agricultura y la producción artesanal.

La guerra era el medio por el que se imponían cargas del tributo, que era parte fundamental de la economía de la ciudad. Entre los productos que se recibían se encuentran cargas de maíz y frijol, mantas, pieles, plumas y piedras semipreciosas, entre muchos otros. El comercio era otro factor importante. En mercados, como el de Tlatelolco, se concentraban y distribuían productos de todo tipo, desde alimentos vegetales y animales hasta cerámica, cestería, telas y muchos más, tanto locales como foráneos. El comercio a larga distancia era realizado por los pochtecas (que también desempeñaban el papel de espías), aunque hay que advertir que, por lo general, los productos traídos consistían en finas plumas de quetzal y otras aves, pieles de jaguar, etc., para uso de la clase dirigente. Todo aquello que no llegaba por tributo de las áreas sojuzgadas era motivo de intercambio (Matos, 2007). La economía interna dependía en gran medida de la producción agrícola, la que requirió del desarrollo de técnicas intensivas para solventar los requerimientos de la ciudad. La producción artesanal, tanto para satisfacer las necesidades internas como para el comercio con otras regiones, era actividad de buena parte de la población.

El tributo

El tributo interno era el monto en bienes y servicios que pagaban las familias a los dirigentes locales o jefes de barrio (calpoleque) y éstos, a su vez, lo hacían llegar al rey.

El tributo externo fluía desde los pueblos subordinados hasta las ciudades y de éstas al rey azteca. Los tributarios que vivían en la Cuenca de México o en sus cercanías pagaban con productos agrícolas básicos, así como con artículos manufacturados.

Los que se hallaban más apartados no pagaban con alimentos básicos, pero se les exigía con frecuencia que aportaran tierras de guerra (yaotlalli), que los tributarios debían trabajar y entregar la cosecha a los ejércitos mexicas cuando pasaran de camino hacia lejanas campañas.

El tributo tenía que ser pagado en Tenochtitlan y los tributarios invertían mucho trabajo al transportar el tributo hasta la capital. Los efectos de pagar tributo a los mexicas no eran perjudiciales del todo para las economías locales. Una vez incorporados como tributarios los pueblos conquistados, los mercaderes mexicas llevaban a ellos mercancías que serían inaccesibles si fueran estados enemigos. Algunos de los objetos que podían ser llevados, por ligeros, con facilidad por los pochtecas desde pueblos lejanos hasta Tenochtitlan eran láminas de oro, jícaras con polvo de oro y jícaras lujosas para beber chocolate, entre otros.

Cuando el imperio mexica se expandió, se impuso a los pueblos conquistados entregar el tributo trimestralmente. Los mexicas asociaron la entrega a las cuatro grandes fiestas de su calendario, durante las cuales el imperio exhibía a los tributarios la riqueza y el poder acumulados (tomado de Hassig, 2013)

 

Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial.

Vela, Enrique, “Economía”, Arqueología Mexicana, edición especial núm. 75, pp. 22-25.