El mundo tolteca
Durante su apogeo, entre los siglos X y XII d.C. Tula era la gran metrópoli de México antiguo, y su influencia abarca centenares de kilómetros. Es probable que, en términos de su estructura política y económica, el imperio tolteca fuera el antecedente directo del imperio mexica, pero pocos estudiosos piensan que los toltecas conquistaran tantas provincias como los aztecas, a pesar de que hay evidencias de que Tula dominaba algunas regiones que los ejércitos de Tenochtitlan nunca lograron subyugar. Con base en investigaciones arqueológicas y estudios de las crónicas indígenas se ha planteado que Tula controlaba gran parte del centro de México, junto con importantes zonas del Bajío, La costa del Golfo, Yucatán y posiblemente el área del Soconusco, en las vertiente del Pacífico de Chiapas y Guatemala. Es posible que los toltecas conquistaran zonas de la Huasteca y Michoacán donde los mexicas nunca pudieron entrar, y la extraordinaria presencia tolteca en Chichén Itzá no tiene ningún análogo azteca en Yucatán. Al parecer, junto con la conquista de provincias había importantes movimientos de pueblos de habla nahua, que tal vez eran dirigidos por el Estado tolteca. En zonas de la Huasteca que probablemente eran controladas por Tula, los nombres de muchos de los centros principales están en náhuatl. Varios investigadores han propuesto que los pipiles, grupos de habla nahua que en el siglo XVI habitaban extensas áreas de la costa pacífica de Chiapas y Centroamérica, estaban relacionados con los toltecas. En algunos sitios pipiles en El Salvador, se han encontrado tantas semejanzas con Tula en arquitectura, cerámica, figurillas y otros elementos, que probablemente se trata de colonias toltecas.
Tal vez la zona pipil más importante para el Estado tolteca era la región del Soconusco, la cual también fue conquistada por los aztecas. El Soconusco tenía las mejores tierras para la producción de cacao en toda Mesoamérica. Entre los antiguos mexicanos, el cacao funcionaba como moneda y era una bebida muy apreciada y de alto estatus, por lo que, durante siglos, distintos pueblos lucharon por controlar esta región. El pueblo del Soconusco también fabricaba una cerámica especial denominada plumbate o plomiza, que fue importada en enormes cantidades por Tula.
En la costa del Golfo había varios tipos de influencias y de penetración por parte de los toltecas. En el sur, pueblos mayas como el chontal o putún de Tabasco y Campeche tenían fuertes relaciones comerciales con grupos nahuas del Altiplano y probablemente ayudaron a los toltecas cuando invadieron Yucatán. En el norte-centro de Veracruz, el distinguido arqueólogo José García Payón encontró fuertes influencias toltecas en la arquitectura y la cerámica, y planteó que algunos centros clave como Castillo de Teayo y Xiutetelco (en el límite entre Puebla y Veracruz) fueron fundados por invasores de Tula.
En el Bajío y la periferia norte de Mesoamérica hay una serie de sitios ubicados, generalmente, en importantes rutas de comercio, como Carabino en Guanajuato, y Villa de Reyes, en San Luis Potosí, que presentan casi todos los tipos de la cerámica tolteca más diagnóstica, así como edificios muy parecidos a la arquitectura de Tula. En el sur del Bajío, cerca del límite entre Guanajuato y Michoacán, es posible que los grandes yacimientos de obsidiana en el área de Ucareo, Michoacán, fueran controlados por el Estado tolteca.
Robert H. Cobean. Arqueólogo. Doctorado en antropología. Universidad de Harvard. Ha trabajado en diversas regiones del país. Sus campos fundamentales de interés son la producción y distribución de obsidiana en Mesoamérica, Tula y la cultura olmeca. Profesor de la ENAH e investigador de la Subdirccci6n de Estudios Arqueológicos, INAH.
Cobean, Robert H., “El mundo tolteca”, Arqueología Mexicana, núm. 7, pp. 14-20.
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