Una parte de los hongos macroscópicos y formas de vida semejantes, que crecen de manera silvestre en un ecosistema (o agroecosistema), es importantes para una cultura, no importa que tenga o no un uso determinado. En este sentido, los hongos alimenticios y medicinales son importantes culturalmente, pero también lo son los tóxicos (los cuales no necesariamente tienen un aprovechamiento), pues de conocerlos e identificarlos con precisión puede depender la vida o la muerte de quien los llega a consumir.
De los que sí son aprovechables (por ejemplo, los alimenticios), no todas las especies conocidas cuentan con el mismo estatus de preferencia, consciente o inconsciente, en una cultura; hay algunas que imperan sobre otras y son distintas las causas que explican este fenómeno. Además, el estatus de preferencia no es estático, ni espacialmente constante, puesto que puede cambiar en el tiempo y el territorio debido a circunstancias diversas, tanto de tipo ambiental –como el clima– como sociocultural, entre otras. Algunos factores tienen que ver con propiedades organolépticas de los hongos, como el sabor, el olor y la consistencia, y otros con sus características ecológicas, como su abundancia o escasez, o bien su estacionalidad, pues no todos los hongos aparecen en la misma época del año. En ocasiones son fenómenos históricos, sociales o culturales, e incluso económicos, los que determinan el grado de su importancia. Un buen ejemplo de ello es el caso del cuitlacoche, el cual no siempre fue usado como comestible, sin embargo, hoy en día ha adquirido tal relevancia, que es posible apreciarlo todo el año incluso (gracias también a su semicultivo) en los principales mercados y tianguis del centro de México. Otro caso es el hongo del maguey (mesonanácatl), el cual ya es realmente escaso debido a que el maguey ha perdido importancia; en otros tiempos fue relevante, especialmente en las primeras lluvias del mes de junio. Hace 40 o 50 años, en el Desierto de los Leones (Ciudad de México) y en La Marquesa (estado de México) era común encontrar a la venta caldo de este hongo. Hoy en día puede encontrarse también un caldo de hongo parecido, pero ya no se trata de mesonanácatl sino de una especie cultivada, cuya cepa provino del extranjero, el hongo seta; naturalmente, la calidad del sabor del hongo del maguey es muy superior.
Los científicos especialistas en estos temas cuantifican de manera precisa el grado de importancia y lo hacen generalmente en una escala logarítmica entre 0 y 1, observando que mientras el estatus numérico del hongo se acerque más a 1, su importancia es máxima y generalizada entre la población consumidora de hongos; por el contrario, mientras más se aproxime a 0, su importancia es baja o muy focalizada entre la población. El conocer científicamente la importancia cultural precisa de los hongos, tiene distintas bondades: por ejemplo, el planificar el manejo de un ecosistema para favorecer principalmente el crecimiento de estos hongos, el impulso adicional de prácticas biotecnológicas con los mismos, la reivindicación y el fortalecimiento de las culturas locales, así como la potencial seguridad, autosuficiencia y soberanía alimentaria de la región.
En Chihuahua, por ejemplo, para los rarámuri de la Sierra Tarahumara el hongo culturalmente más importante es Amanita gpo. caesarea, al cual ellos llaman wekogí. Los hongos pertenecientes a este grupo taxonómico suelen crecer en bosques de pinos y de encinos. Entre la población mazahua de Yeché y Jocotitlán a este hongo se le conoce como
kashimó. Los nahuas de la región de la Huasteca hidalguense tienen a Cantharellus gpo. cibarius (xochinanácatl), Pleurotus albidus y P. djamor (iztacnanácatl) como los hongos alimenticios más relevantes. Al norte de Pachuca, entre los pobladores mestizos de San Miguel Cerezo las especies más importantes son Boletus aff. luridus y B. aff. erythropus (hongorado).
Taller de Etnomicología, Facultad de Ciencias, UNAM, “Importancia cultural de los hongos en México”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 87, pp. 30-33.