La cerámica matlatzinca

Federica Sodi Miranda

…les llamaban del nombre de red por otra razón, que es la más principal, porque cuando a su ídolo le sacrificaban alguna persona, por sacrificio lo echaban dentro de la red, y allí le retorcían y estrujaban con la dicha red hasta que le hacían echar los intestinos…

Fray Bernardino de Sahagún

 

En la actualidad, la gran colección de cerámica matlatzinca está dividida en tres grupos, el más importante de los cuales se encuentra en el Museo Nacional de Antropología. Este grupo, cuyo origen es muy antiguo, formaba parte de la colección de Heredia, la cual se integró después a las colecciones del antiguo Museo de Antropología e Historia, localizado en la calle de Moneda, y que actualmente se conoce como de las Culturas.

El segundo grupo cerámico se localiza en el museo de Tenango y se formó a partir de las excavaciones realizadas en la zona arqueológica de Teotenango por el arqueólogo Román Piña Chán. El tercero se encuentra en el Museo Field de Chicago, al cual llegó después de una excavación no controlada realizada por un norteamericano a fines del siglo XIX. Cabe aclarar que en ese tiempo no se tenía el control ni la vigilancia que actualmente se ejercen, por lo que a fines del siglo XIX y principios del XX salieron del país un gran número de piezas arqueológicas.

Si bien es cierto que durante mucho tiempo se tuvieron noticias de los grupos que habitaban el valle de México gracias, principalmente, a las fuentes históricas, a los mitos y a las leyendas del mundo náhuatl, fue hasta los sesenta y setenta cuando empezaron a realizarse estudios y excavaciones en el valle de Toluca, principalmente en Teotenango, sitio ubicado estratégicamente en el cerro Tetépetl.

Es interesante hacer notar que los matlatzincas se extendieron por toda la parte occidental del valle y que llegaron incluso hasta Michoacán y a la Cuenca de México, en donde fundaron Tenango Tepopola. En la Historia antigua y de la Conquista de México, de don Manuel Orozco y Berra, se mencionan otros asentamientos matlatzincas, entre los que se encuentran Tenancingo, Atlatlauca, Teotenango, Calimaya, Malinalco, Coatepec, Atlapulco y Ocoyoacac. Ese grupo prehispánico llegó también a Tierra Caliente, en la parte sur del estado de Guerrero, y a Morelia y Huétamo, en donde actualmente existe un barrio llamado Los Pirindas, que corresponde a un grupo de matlatzincas que ahí se estableció.

Un grupo de matlatzincas se estableció en Tixtla, Guerrero, en lo que antiguamente era la provincia de Cohuisca. En el estado de Michoacán se establecieron en lugares como Indaparapeo, Tiripitío, Undameo, Charo y Etúcuaro.

Para 1200 d.C., con la llegada del grupo matlatzinca que sometió a los teotenancas al valle de Toluca, cambió la forma de vida social, política, económica y religiosa que los habitantes de esos lugares tenían. Fue entonces cuando la ciudad creció y se convirtió en el centro de un señorío militarista.

Fray Bernardino de Sahagún, en su Historia general de las cosas de Nueva España, dice que el nombre matlatzinca viene de mátlat, que es la red con la cual desgranaban el maíz y en la que echaban las mazorcas y las aporreaban para desgranarlas. También dice que se les llamaban así por las hondas que usaban, conocidas como tamátlatl, que significa “honderos” o “fondibularios”, porque siempre traían las hondas con ellos. La traducción más impactante del nombre es la que se relaciona con el sacrificio en el cual se ponía a un hombre en la red y se le daba vueltas hasta ver que “le hacían echar los intestinos”.

En la Cuenca de México ocurrieron ajustes tribales y se dejó sentir la belicosidad y pujanza militar de los mexicas, quienes al conquistar las provincias tepanecas hicieron pensar a los matlatzincas que su rico y fecundo territorio, principal productor de maíz, sería invadido tarde o temprano. Esto causó desconcierto en las tres cabeceras en las que se encontraba dividido el gobierno matlatzinca, lo que causó una gran intranquilidad y provocó que algunos quisieran unirse a los mexicas, que otros se unieran a los tarascos y, finalmente, que algunos más desearan la total independencia.

Lo cierto es que la conquista de Teotenango por los mexicas de Axayácatl se dio hacia los años 1474-1476, y que esto provocó el empobrecimiento paulatino de la población y la ciudad. Las rebeliones de la gente del lugar y de otros pueblos del valle de Toluca fueron sofocadas por los mexicas.

La última conquista que sufrieron los matlatzincas fue la colonial, lo que representó un brutal enfrentamiento con los españoles. Éstos realizaron dos expediciones armadas; Toluca, principal centro matlatzinca, quedó en manos de Hernán Cortés, al igual que Charo Matlatzinco, que junto con otras cinco jurisdicciones formaron el Marquesado del Valle. El desarrollo de los matlatzincas abarca un periodo muy amplio, durante el cual elaboraron un rico conjunto de objetos de cerámica que ha sido dividido, de acuerdo con sus características y diseños, en grupos que corresponden a distintas fases. La primera fase se distingue por la cerámica de tipo Anaranjado Delgado, correspondiente al final de la época teotihuacana, en la que destacan los tazones de base anular.

En la segunda predomina la tradición Coyotlatelco, con algunas variantes características de los inicios de la cerámica matlatzinca, entre las que sobresale el rojo sobre café amarillento, con superficies brillantes pulidas con palillos, y motivos decorativos muy variados: bandas, círculos, “eses” o grandes ganchos, cuadrículas, escalones, líneas onduladas, etc.

La tercera fase se caracteriza por la cerámica que continúa con la tradición Coyotlatelco, pero que, al recibir la influencia del estilo Mazapa, va a dar lugar a la característica cerámica matlatzinca temprana o teotenanca. Así, tenemos dos tipos: una rojo sobre café, con bandas, ganchos, cruces, equis, etc., y otra rojo sobre café al negativo con la típica mancha roja en los soportes.

La cuarta se distingue por la continuación de la cerámica matlatzinca, que entra a su fase máxima. Es contemporánea de la conquista de Axayácatl, por lo que se encuentra asociada a material del tipo llamado Azteca IV.

Otra cerámica es la funeraria, que se distingue principalmente por los platos trípodes con una especie de E invertida, que simboliza a un corazón. Estos platos se encontraban tapados con otros de menor tamaño en forma de cuencos y tenían algunas ofrendas en su interior. Por lo general, el difunto se depositaba junto con este tipo de ofrendas, ya que para los matlatzincas el viaje a la otra vida debía estar complementado con objetos pertenecientes al muerto y con comida para poder realizar su trayecto al inframundo.

 

Federica Sodi Miranda. Doctora en estudios mesoamericanos por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Fue curadora e investigadora de las colecciones del Posclásico Temprano y coloniales del Museo Nacional de Antropología. Fue directora del proyecto Lectura Iconográfica de la Zona Arqueológica de Chichén Itzá.

Sodi Miranda, Federica, “La cerámica matlatzinca”, Arqueología Mexicana, núm. 43, pp. 44-46.

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