Las diosas de la pasión carnal

 Según las fuentes históricas coloniales mexicanas, en la mitología de los antiguos mexicas Tlazoltéotl era considerada la diosa de la "pasión carnal y la lujuria” (expresiones clásicas de frailes estudiosos del comportamiento humano), la que junto con sus cuatro diosas hermanas, todas apasionadamente aptas para el amor, encendían o apagaban el apetito sexual entre los seres humanos. Este dato es de lo más interesante y poco conocido, y útil para el estudio del erotismo en el mundo prehispánico, tema que, por cierto, ha sido sistemáticamente evadido cuando de nuestro pasado pecaminoso se habla gracias a la oportuna y vigilante intervención de la visión católica dominante de la historia mexicana, que prefiere imaginarse un mundo indígena asexuado a incursionar en la descripción de las inquietantes costumbres sexuales de los mexicanos de antes y de los de hoy.

Por consiguiente, la diosa del amor, Tlazoltéotl, también era la diosa protectora de las embarazadas y de las parturientas, numen de las parteras. La mujer embarazada recurría antes y después del parto al auxilio de las terapeutas inspiradas por Tlazoltéotl. La ayuda se proporcionaba con los efectos de un buen baño de vapor, por lo que Tlazoltéotl resulta ser también diosa de los temazcales; dentro del baño se colocaba su efigie en piedra o barro y se le llamaba la "Abuela de los Baños''. Finalmente, a esta abuela se le identificaba con la diosa Toci, madre de los dioses, la gran paridora, la madre Tierra, que en esta advocación pasa a llamarse Temazcaltoci.

Cuerpo, placer, salud, reproducción, vida, naturaleza y  mito encuentran un profundo sincretismo en el baño de vapor o temazcalli, y ¿por qué habría de ser distinto para un pueblo que tenía integrada así su cosmovisión? La lectura por separado que hacemos hoy de estas prácticas antiguas calificándolas a unas de "rituales" y a otras de "medicinales" resulta sesgada por la influencia cultural occidental que tenemos, cuya percepción de la medicina es aparentemente diferente, ya que se le separa artificialmente de la religión, del mito y de la visión utilitaria que se tiene del cuerpo...

 

Tomado de Xavier Lozoya, “Spa: Salute per Aqua, el temazcalli”Arqueología Mexicana núm. 74, pp. 54-57.

 

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