Los objetos lapidarios en Tenochtitlan y las tradiciones del México antiguo

Emiliano Ricardo Melgar Tísoc

Uno de los objetivos de la arqueología ha sido determinar la filiación y temporalidad de los restos materiales de sociedades pretéritas a partir de rasgos diagnósticos, con el fin de rastrear su origen geográfico, cultural o cronológico. Esta idea se apoya en el supuesto de que cada cultura o grupo social tiene formas particulares y características de elaborar sus objetos. Así, el estilo puede considerarse como la elección y repetición sistemática y normada de una manera determinada de hacer las cosas –por ejemplo, la producción de figurillas en lapidaria–, a expensas de otras, en un espacio y tiempo específicos. La comparación entre distintas tradiciones de manufactura permite identificar y distinguir objetos de determinados estilos a partir de la estandarización o heterogeneidad tecnológica, ya que los distintos grupos de artesanos emplearon ciertas herramientas de acuerdo a cada región, cultura y temporalidad.

Con esta perspectiva de estudio, en marzo de 2004 iniciamos el proyecto “La lapidaria del Templo Mayor: estilo y tradiciones tecnológicas”. Sin embargo, debido a que los análisis tecnológicos comparativos con colecciones de distintas culturas, sitios y regiones eran indispensables para poder identificar cuáles piezas lapidarias halladas en el Templo Mayor sí eran reliquias, cuáles venían de sitios o regiones foráneos y cuáles podían ser manufacturas locales hechas por los artesanos tenochcas, el proyecto se amplió a todo México desde 2010, y cambió de nombre por el de “Estilo y tecnología de los objetos lapidarios en el México antiguo”. Éste surgió a raíz del desconocimiento sobre las características tecnológicas que presentan los distintos “estilos” mesoamericanos en objetos lapidarios del México antiguo, ya que generalmente las piezas lapidarias se han clasificado culturalmente, es decir, asignándoles cronología y lugar de origen, casi exclusivamente por sus atributos físicos o estéticos.

Gracias a los análisis detallados y sistemáticos realizados en más de 100 000 objetos lapidarios de más de 100 sitios del México antiguo, hemos podido identificar piezas manufacturadas en la zona olmeca, el área maya, la Mixteca, la región Mezcala y la Huasteca, las cuales fueron depositadas en Tenochtitlan como reliquias o piezas saqueadas. También hemos detectado recreaciones de objetos antiguos, como un par de máscaras teotihuacanas y la mayoría de los penates mixtecos, cuya elaboración no coinciden con piezas similares de Teotihuacan o de Oaxaca, sus supuestas zonas de origen. Asimismo, hemos identificado cuáles objetos son manufacturas locales y cuáles foráneas en los sitios de Teotihuacan, Tula, Monte Albán, Alta Vista, Tamtoc, Xochicalco y Palenque, entre otros.

 

Emiliano Ricardo Melgar Tísoc. Maestro en antropología. Investigador del Museo del Templo Mayor.

Melgar Tísoc, Emiliano Ricardo, “Los objetos lapidarios en Tenochtitlan y las tradiciones del México antiguo”, Arqueología Mexicana, edición especial, número 56, pp. 80-81.