Mural de las Cuatro Eras, Toniná, Chiapas


Se trata de un friso de estuco que los mayas del antiguo reino de Popo –cuyos vestigios hoy conocemos como Toniná, Chiapas– plasmaron en una esquina del Palacio del Inframundo entre 500-687 d.C. En ese tiempo, el Templo del Noroeste, complejo arquitectónico donde está el Palacio del Inframundo, era el de mayores dimensiones de Popo y estaba relacionado con el culto a la montaña sagrada y a sus dueños, los señores del inframundo. Según la cosmogonía mesoamericana, de la montaña sagrada, representada por templos específicos, provenían el agua y los alimentos.

De acuerdo con Juan Yadeun: “el Mural de las Cuatro Eras ... es un gran códice de cuatro páginas al centro de las cuales está la cabeza recién decapitada de un prisionero; su sangre se convierte en un círculo de plumas, en un sol que irradia su fuerza a los cuatro cuadrantes; cuatro soles representan la repetición del tiempo en un ciclo que empieza con el dominio del sol de fuego, el de las fuerzas de la primavera, la infancia, el sur y la guerra, que es reemplazado por el sol de agua, de la fertilidad, la juventud, el oriente y los mantenimientos. En la tercera domina el sol del viento, el del intercambio, la madurez y el otoño, hasta que finalmente llega el sol del espejo, el de la muerte y el final de la vida humana, del invierno, señor de la quietud y del norte”.

Tomado de, Arqueología Mexicana, Especial 44,  Mundo maya. Esplendor de una cultura