Ritos de renovación en los petroglifos de Jalisco

Joseph B. Mountjoy

Se ha propuesto que la mayoría de los petroglifos prehispánicos de Jalisco son manifestaciones de ritos de renovación relacionados con la crítica transición anual de la temporada de secas a la de lluvias. Gran parte de ellos se pueden interpretar como símbolos del Sol, del agua y de la fertilidad.

 

En el cañón de Ocotillo, Jalisco, se da un caso de la relación entre petroglifos y ritos de renovación. Ahí existen petroglifos que indican que era utilizado como trampa para llevar a cabo un rito de renovación semejante a la “caza sagrada de venados”, la cual se realizaba en tiempos históricos por los indígenas huicholes. Los ritos de renovación son comunes en las sociedades humanas. Entre los cristianos, los más importantes tienen lugar en las celebraciones de pascua.

En pequeñas sociedades agrícolas indígenas, por ejemplo entre los huicholes del Occidente de México, los ritos de renovación a menudo se llevan a cabo para renovar la fertilidad de la tierra y conseguir abundancia de plantas y animales para sostener a la población. En Jalisco, los ritos de renovación están ligados a la transición anual entre la temporada seca y la de lluvias, crítica para la supervivencia de las comunidades indígenas. El etnógrafo Robert Zingg, que vivió entre los huicholes en 1934, afirma respecto a esta transición en el altiplano de Jalisco:

La sucesión de las temporadas húmeda y seca es el fenómeno más repentino, espectacular e importante del ambiente natural y por ende… es fundamental para el ritmo de la vida huichola y la orientación de su cultura. Cuando en junio llegan las lluvias, basta una semana para transformar este abrasado desierto marrón en un exuberante verdor de abundancia tropical. Creo que el territorio huichol es el único lugar de la tierra en el que la naturaleza ofrece el espectáculo de un contraste increíblemente repentino y tajante (Zingg, 1982, p. 30).

A lo largo de más de 30 años de investigaciones arqueológicas en el Occidente de México, he llegado a la conclusión de que hay evidencia arqueológica de ritos de renovación ligados a la transición entre las temporadas seca y lluviosa desde la llegada de los primeros agricultores, alrededor de 1000 a.C., hasta la época colonial.

El Dios Solar

Según mi análisis, la actividad de grabar petroglifos fue muy importante en ritos de renovación dedicados a conseguir las lluvias del dios solar. En Jalisco, la costumbre de grabar petroglifos probablemente comenzó alrededor de 300 a.C., aunque posiblemente tuvo raíces en el simbolismo solar de la cultura arqueológica Capacha (1200-300 a.C.). En algunas partes el acto de grabar petroglifos parece haber persistido más allá de la conquista española. De mis investigaciones en Jalisco, en más de 500 piedras con más de 12 000 petroglifos, así como en una pintura rupestre con alrededor de 200 diseños, he llegado a calcular que aproximadamente 98% de estos petroglifos están asociados a ritos de renovación relacionados con tres fenómenos: el Sol, el agua y la fertilidad.

La mayoría de los petroglifos parecen ser manifestaciones físicas de oraciones ofrecidas al dios solar para obtener lluvia, de manera semejante a los “milagritos” que algunos cristianos colocan hoy en día en las iglesias católicas para pedir la curación de alguna enfermedad u otros favores.

Los petroglifos más comunes representan al dios solar: su cara, su ojo o su cuerpo entero de manera antropomorfa. Éste es el dios que en la religión de los huicholes controla las lluvias. La manera más sencilla de representar al Sol (su cara, ojo o cuerpo) es mediante la grabación de una pequeña cavidad o “pocito”. Algo semejante ocurre en la religión cristiana al representar a Cristo solamente mediante una cruz. El Sol también se representa, al igual que Cristo, en formas más elaboradas, agregando círculos concéntricos, una espiral o rayos al pocito, así como en forma antropomorfa o como un animal tal vez mítico .

A veces el Sol está representado por una línea que tiene pocitos en los extremos, lo que al parecer significa el Sol al amanecer, a medio día y al atardecer. Además, es posible que algunas peñas fueron escogidas pala grabar petroglifos por que su forma era semejante a la bóveda del cielo. En consecuencia, en estos casos los indígenas grabaron pocitos en la cima de tales peñas, para representar el hecho de que el Sol se ve pequeño al medio día.

De igual manera, los diseños solares más grandes, más complejos, y a veces más claramente con forma humana, se grabaron en los lados de las peñas, en la parte de la piedra que representa el horizonte, el lugar en donde los indígenas misteriosamente veían a su dios solar mucho más grande que en su cenit. También, ocasionalmente, los indígenas representaban ya sea al ascenso o el descenso del Sol en la bóveda del cielo por medio del grabado de una escalera.

El agua está representada a veces directamente por una línea ondulante en forma de una serpiente del agua; una línea recta grabada como una hilera de lágrimas saliendo de un pocito representa el ojo del dios solar. Incluso a veces hay concavidades grandes grabadas en la superficie de piedras que acumulan agua de lluvia, y algunas tienen una grieta grabada en la orilla para desaguar el pozo, lo que al parecer simboliza un ojo que llora. De vez en cuando, la relación entre la fertilidad y el agua también parece estar representada por grabados con forma de sexo femenino. Esto probablemente se debe a la asociación entre el acto de dar a luz y el hecho de soltar el agua de la placenta. También es poco común que haya una asociación directa entre petroglifos y la fertilidad en el acto de lactar .

Algunos de los petroglifos fueron grabados por los campesinos, en ritos solitarios, para atraer lluvia a sus siembras. En otros casos, los ritos de grabar probablemente fueron llevados a cabo por un chamán, quien conseguía lluvia para toda la comunidad.

 

Joseph B. Mountjoy. Arqueólogo. Jefe del Departamento de Antropología de la Universidad de Carolina del Norte en Greensboro. Ha llevado a cabo investigaciones arqueológicas en Nayarit y Jalisco desde 1967.

B. Mountjoy, Joseph, Ritos de renovación en los petroglifos de Jalisco”, Arqueología Mexicana, núm. 47, pp. 56-63.

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