Los quinametin
Queda por aclarar la relación entre el glifo onomástico de Quinatzin con la imagen de un venado bramando. Como se puede constatar en la obra de Guilhem Olivier (2015), el venado es uno de los animales más importantes y de complejos significados en la cosmovisión, no sólo de los nahuas del Posclásico Tardío.
Con el propósito de plantear una hipótesis sobre esta relación, nos referiremos a una escena inicial, fundacional del señorío de Acatlan (sur de Puebla), en el Códice Tulane. Aquí se muestra un interesante conjunto considerado como “ritual-mitológico”, que inicia la genealogía de la pictografía: un cerro, pintado de color verde y ¿rosa?, muestra un árbol (¿palma?) blanco.
En la cresta aparece una deidad masculina con yelmo de venado. Otro dios masculino, ataviado como águila, se dirige hacia el cerro. Alfonso Caso y Maarten Jansen identifican estas dos figuras como las principales deidades de Acatlan, cuyos nombres son 7 Venado y 9 Águila. Al lado izquierdo aparecen dos personajes que se han asociado al sacerdocio, en el acto de ofrendar a las deidades descritas. Sus nombres calendáricos son 11 Lagartija y 3 Casa.
Entre las dos escenas se incluyó un glifo toponímico que muestra un depósito rectangular que contiene líneas de puntos rojos. Smith y Parmenter (1991) lo han identificado como Huajolotitlan, en su versión en lengua mixteca de “cercado de grava o arena”. En la parte inferior se agregaron fechas y lugares considerados como mítico- rituales, asociados a la fundación del pueblo.
Podría interpretarse este escenario ritual como un asentamiento, una posesión de tierras de un altépetl, aquí simbolizado por la presencia de la deidad con yelmo de venado, por parte de un grupo ¿externo?, representado por el personaje aquilino, ave que se asocia con los chichimecas, como es el ejemplo de los huacúsechas de Michoacán. El ritual fundacional se acompaña de dos sacerdotes con un tlémaitl de copal ardiendo.
Su presencia podría explicar, por ejemplo, el papel de Ténoch, como sacerdote, en la fundación de México-Tenochtitlan, registrada en el Códice Mendoza. ¿Los quinametin, propietarios muy antiguos de la tierra, los del Sol de jaguar, cedieron o proveyeron la tierra a Quinatzin, para que, en Tezcoco, se dividiera, manifestando este importante acontecimiento en su segundo nombre, el de Tlaltecatzin? Planteamos esta hipótesis plausible que merece ser explorada. Y la fundación ritual aconteció entre el bramido del venado y el graznido del águila.
Imagen: Códice Tulane, sección inicial. Foto: Archivo de Xavier Noguez.
Xavier Noguez. Licenciado y maestro en historia por la UNAM. Doctor en estudios latinoamericanos por la Universidad de Tulane. Profesor-investigador de El Colegio Mexiquense. Sus áreas de investigación son los códices del Centro de México y los orígenes de la tradición guadalupana. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Noguez, Xavier, “Los quinametin”, Arqueología Mexicana, núm. 181, pp. 12-15.