Petates, cestos, cañas…
[…] El que es oficial de hacer esteras tiene muchas juncias o hojas de palma de que hace los petates. Y para hacellos, primero estiende los juncos en algún lugar llano para asolearlos, y escoge los mejores, y pónelos en concierto. Y de los petates que venden unos son lisos, pintados, y otros son de hoja de palma. Déstas también se hacen unos cestos que se llaman zoyatompliatli, que son como espuertas. Vende también unas esteras de juncias, gruesas y largas. Unos destos petates son bastos y ruines, y otros lindos y escogidos entre los demás. De los petates unos son largos y anchos, y otros cuadrados; otros largos y angostos, otros pintados. Hace también y vende unos asientos con espaldar, y otros para sentarse, que son cuadrados, y otros para cabeceras, que son cuadrados y largos, unos pintados y otros llanos, sin labor. El que no es buen oficial desto vende esteras hechas de juncias ruines y pudridas, dañadas.
El que es oficial de hacer cestos de cañas macizas, o el que los merca para venderlos poco a poco, primero hiende las cañas y después de partidas entretéxelas. Dellas hace los cestos, texiéndolos muy bien, echándoles un bordo o orilla alrededor de la boca; unos hace redondos y largos, y otros anchos y angostos, y otros que tienen asiento por pie y tapadera. […]
El que vende escobas valas a segar en el monte con hoces, y véndelas en el tiánguiz, siendo largas, recias, limpias y algunas cercenadas de las puntas. […]
El que vende cañutos para chupar humo, primero corta las cañas y las desnuda o munda de las hojas, limpiándolas muy bien. Y muele el carbón bien molido con el cual, siendo mojado, embarra los cañutos. Y después algunos los pinta y otros los hace dorados. Algunos déstos son llanos, que no llevan pintura, y muy largos, bien embarrados con el carbón molido, o bien emblanquecidos con la greda que los echan encima del carbón, o muy relucientes con el oro con que los doran. Otros hay que tienen pintura encubierta, que no se ve, sino cuando se van gastando con el fuego. Otros están jaspeados; otros hay donde están pintadas flores, pescados, águilas, etcétera. Unos se hacen para vendellos en el tiánguiz, los cuales son comunes y mal hechos; se les caye fácilmente el carbón con que están embarrados. Hay muchas maneras destos cañutos, y se hacen de muchas y diversas yerbas olorosas, molidas y mezcladas unas con otras, con que los tupen muy bien de rosas, de especies aromáticas, del betún llamado chapuputli, y de hongos, de rosa llamada poyomatli, e de ítzyetl, que es una yerba.
Bernardino de Sahagún, Historia de las cosas de Nueva España, 2000, t. II, libro X, capítulo XXIV, pp. 912-914
Los tules o juncias
Los tules o juncias, que fueron uno de los materiales preferidos para la elaboración de cestería, tienen una interesante connotación simbólica. El vocablo tollan (entre juncias) se encuentra asociado a varias grandes ciudades como Teotihuacan, Cholula, Tenochtitlan y la propia Tula. De esta manera se les calificaba como poblaciones de importancia especial, lugares con abundante población y prosperidad.
El petate, símbolo del poder
Según Leonardo López Luján y Guilhem Olivier (2009, p. 43), “in pétlatl, in icpalli (“la estera y el trono”) expresaba en lengua náhuatl la idea de poder político y autoridad. La estera, símbolo mesoamericano por excelencia de la nobleza, solía servir de base al trono. Este último era, en el caso de los tres primeros soberanos de Tenochtitlan, un simple atado de juncias (tolicpalli), el cual los identificaba como señores de origen chichimeca y aún dependientes del reino de Azcapotzalco. En cambio, al independizarse la ciudad insular, los tlahtoque subsiguientes lograron el derecho de sentarse en un trono elaborado con juncias tejidas y que estaba dotado de un respaldo alto y pieles de jaguar (tepotzoicpalli)”.
Vela, Enrique, “La cestería prehispánica”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 91, pp. 28-33.