Simple intersección de dos líneas rectas, reales o virtuales, o cruces de caminos que coinciden en un centro, las encrucijadas han suscitado una simbología compleja en todas las civilizaciones del mundo. En los horizontes culturales más diversos se edificaron altares, templos, obeliscos en la convergencia de ejes cardinales y donde los caminos confluían o bifurcaban.
Las figuras en forma de cruz y la imagen de cruces de caminos abundan en la iconografía prehispánica. Asimismo, ciertas situaciones en las que cunde la incertidumbre en cuanto a decisiones que tomar fueron representadas en el imaginario colectivo o individual como encrucijadas. Tal fue el caso del encuentro de los indígenas de Mesoamérica con los españoles, en los primeros momentos de la conquista y, particularmente, del tlahtoani mexica Motecuhzoma quien, después de dudar durante varias semanas, escogió el camino fatal que definiría su destino y el de su pueblo.
En este contexto, la Cruz cristiana, por su forma más que por el mensaje bíblico al que remitía, fue un arma visual contundente en la cruzada catequística de la evangelización.
Imagen: Yacatecuhtli, advocación de Quetzalcóatl (como dios guía de los caminantes), en una encrucijada. Códice Fejérváry- Mayer, lám. 37. Foto: Marco A. Pacheco / Raíces.
Patrick Johansson K. Doctor en letras por la Universidad de París (Sorbona). Investigador del Instituto de Investigaciones Históricas y profesor de literaturas prehispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras, ambos en la UNAM.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Johansson K., Patrick, “Ohmáxac. Cruces y encrucijadas del espacio-tiempo”, Arqueología Mexicana, núm. 185, p. 16-25.