El ciclo de regadío tenía lugar en Tenochtitlan entre los meses XVII izcalli/ [veintena 1] I atlcahualo y VI etzalcualiztli.

El cuerpo de Cipactli se dividió en nueve pisos que formaron la Tierra y nueve que dieron lugar a los estratos de un cielo superior. El espacio intermedio, el que ocuparon las criaturas, tuvo cuatro niveles. Los nueve pisos inferiores dieron al 9 el carácter femenino. Los restantes, de la superficie de la Tierra hasta el piso más lejano del Cielo, fueron los 13 pisos celestes y masculinos.

Historia del traslado  de la Piedra del Sol al Museo Nacional (1885).

Esta danza fue introducida en el Totonacapan durante la Colonia.

Se trata de una danza de fertilidad, con hondas raíces prehispánicas.

Para fray Bernardino de Sahagún, a mediados del siglo XVI, los especialistas en la consulta o conocimiento del calendario adivinatorio fueron considerados nigrománticos.

Con el término tecuani, “el que come hombres”, los nahuas identifican varias especies de felinos: tigres, jaguares, ocelotes, pumas, etc.

La celebración de la Santa Cruz que se inicia muchas veces el 25 de abril, día de San Marcos, si bien el día principal es el 3 de mayo.

La Cruz, objeto asociado a su muerte, es el atributo por excelencia de Jesús.

¿Podemos afirmar rotundamente que los constructores quisieron conmemorar precisamente los equinoccios? ¿Qué es lo que sucede en los días previos y posteriores a esas fechas?

Cada año se relacionaba con un rumbo del universo, con un lugar y con un color.

En ellas los contendientes son moros o individuos considerados paganos, en tanto que los cristianos encarnan en figuras como Santiago, Carlomagno, etc.

Los mayas concibieron el tiempo como el dinamismo de la realidad espacial, como el cambio cósmico producido, por el movimiento de un ser sagrado que fue el eje de su cosmovisión.

En Mesoamérica, como en otras civilizaciones del mundo, la duración biológicamente vivida fue cautivada en una red calendárica y cosmológicamente objetivada.

Para levantar el cielo, las dos serpientes se entrelazaron e irguieron, conformando el gran árbol cósmico dual. Este árbol cósmico que une las fuerzas opuestas del cielo y de la tierra, representa también los cuatro pilares que sostienen el firmamento en las esquinas.