Dentro del complejo mundo de seres serpentinos que se representaron en códices, cerámica, esculturas, relieves, tallas de madera o en diversos elementos arquitectónicos, las imágenes de serpientes de dos cabezas han llamado la atención de los especialistas dedicados al estudio de los animales mesoamericanos.
Este artículo presenta los trabajos de conservación-restauración realizados en tres de los cuatro asentamientos del corredor ecoarqueológico Paamul II: Garra de Jaguar, Ocho Balas y Las Manitas, aledaños al tramo 5 sur del Tren Maya. Se expone un panorama general de los procesos y criterios aplicados, los hallazgos registrados a partir de la intervención, así como la importancia de la colaboración interdisciplinaria.
La intensa vida ritual de la capital altiplánica no sólo se refleja en las complejas ceremonias plasmadas en el arte escultórico, sino también en las ricas ofrendas inhumadas en los principales edificios públicos. De uno de estos contextos procede un conjunto inusitado de animales marinos traídos desde las lejanas costas del Océano Pacífico. Las estrellas, junto con los corales, las almejas y los caracoles ocupan allí un lugar de privilegio.
Las recientes investigaciones en la falda sur del cerro de Chapultepec ofrecen una respuesta acerca de la vida común y sedentaria de los grupos que posiblemente provenían Teotihuacan.
En las riberas de los ríos Bravo, Colorado y Casas Grandes se encuentran los vestigios de los pueblos del Norte de México; uno de los más notables fue Paquimé, localizado en el noroeste de Chihuahua.
Los fragmentos de Yautepec son la única muestra existente de un códice en la sierra sureste de Oaxaca, un manuscrito que nos obliga a reconsiderar el papel de otras comunidades indígenas del antiguo mundo mesoamericano que igualmente escribieron sobre sus costumbres.
Cuando es posible interpretar el uso al que se destinaban, los templos-pirámides del Clásico resultan ser monumentos dedicados a honrar al soberano y a su dinastía.