15. Urna del Gran Jaguar. Monte Albán, Oaxaca

Enrique Vela

Para las sociedades mesoamericanas los animales no fueron una mera fuente de alimentos y de materias primas, fueron sobre todo una parte esencial de la cosmovisión. Se les conferían atributos simbólicos, en buena medida asociados a sus características naturales, que los hacían parte de mitos y de rituales. De la hondura de la relación del hombre con los animales da cuenta el hecho de que 10 de los 20 días del calendario adivinatorio correspondían a un animal (cocodrilo, jaguar, venado, serpiente, mono, lagartija, perro, zopilote, águila, conejo) y que quien nacía en uno de ellos quedaba bajo su influjo. Algunos animales eran considerados los patronos de ciertos grupos, definidos por su origen, su ocupación e incluso por su posición social. Así, había los que se relacionaban con algún astro –el conejo con la Luna, el águila con el Sol– y los que eran personajes principales de los mitos, como el tlacuache y el mono. El jaguar es una especie particularmente interesante porque desde el Preclásico hasta el Posclásico se le ha asociado, entre muchos otros aspectos incluidos los míticos, con el poder político y la guerra.

 

Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial. Editor de la revista Arqueología Mexicana.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Vela, Enrique, “15. Urna del Gran Jaguar. Monte Albán, Oaxaca”, Arqueología Mexicana, edición especial núm. 96, pp. 40-41.