Ceremonias de embriaguez

Gabriela Uruñuela y Ladrón de Guevara, Patricia Plunket Nagoda

El Mural de los Bebedores de Cholula. Ceremonias de embriaguez

La escena muestra a 110 personas cuya actividad central es beber . El tiempo ha desvaído la rica policromía, mezclando imágenes que corresponden a distintos repintes y diluyendo los detalles que les otorgaban forma reconocible, aunque la observación cuidadosa permite distinguir los motivos. Excepto por tres o cuatro ancianas que se distinguen por sus arrugas y sus largas faldas, se trata de hombres jóvenes que visten sólo un maxtlatl o taparrabo, o que están desnudos; empero, sus collares y orejeras verdes, sus elaborados peinados o tocados, y las máscaras que algunos portan, les señalan como miembros de un grupo selecto. Unos cuantos sujetos esbeltos aparecen de pie, cargando o sirviendo un líquido. Los demás se distribuyen sentados, la mayoría en parejas frente a grandes recipientes de los que extraen e ingieren un licor que se ha interpretado como pulque, pues claramente ha causado ya nocivos efectos: estos hombres tienen el vientre distendido, las posiciones de algunos son descuidadas, y las acciones de otros, que vomitan o se masturban, parecerían indecorosas en una celebración pública.

Algunas de las vasijas reproducidas son distintivas de Cholula, similares a objetos procedentes de excavaciones arqueológicas con fechas de 200 a 250 d.C. Así, aunque no hay indicios de a qué ceremonia específica alude la escena o que identifiquen con certeza el oficio de los participantes, la presencia exclusiva de hombres jóvenes y mujeres mayores remite a preguntarse si la embriaguez permitida a militares y viejos en el siglo XVI podría ser un legado de costumbres muy antiguas. En muchas sociedades, la indulgencia hacia conductas habitualmente percibidas como licenciosas es común para aquellos que enfrentan un destino peligroso o incierto; fiestas, algarabía y desmanes, suelen preceder a las incursiones bélicas, pues brindan un lazo especial a quienes tomarán parte en ellas, a la vez que marcan una separación entre las reglas sociales cotidianas y las de combate. En ausencia de la representación de armas (que por obvias razones sería inconveniente llevar a una borrachera), quizá ése sea el mejor argumento para plantear que los hombres explícitamente exhibidos aquí en actitudes inapropiadas para la vida diaria sean guerreros, ya que ellos y las ancianas constituían sectores de la población que compartían un común denominador: la infortunada posibilidad de encarar a la muerte en un futuro próximo

 

Gabriela Uruñuela y Ladrón de Guevara. Doctora en arqueología. Catedrática-investigadora en el Departamento de Antropología de la Universidad de las Américas-Puebla.

Patricia Plunket Nagoda. Doctora en arqueología. Catedrática-investigadora en el Departamento de Antropología de la Universidad de las Américas-Puebla.

Uruñuela y Ladrón de Guevara, Gabriela, y Patricia Plunket Nagoda, “El Mural de los Bebedores de Cholula. Ceremonias de embriaguez”, Arqueología Mexicana, núm. 114, pp. 40-43.

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Las bebidas alcohólicas