Nahualismo y tonalismo
Una relación estrecha
Bien visto, los ejemplos de la etnografía moderna muestran cómo los mismos indígenas con frecuencia acaban por entrelazar estrechamente las dos creencias, hasta casi confundirlas. Entre los nahuas de la sierra de Puebla, por ejemplo, todos poseen un alter ego (tonal), mientras que algunos individuos (denominados nahualme), precisamente en virtud de la coesencia con “dobles” de naturaleza particular (como jaguares, serpientes, búhos, etc.), se creen capaces de transformarse y actuar causando daño al prójimo en forma de animal. Pues bien, los animales de los cuales estos brujos asumen el aspecto son los mismos con los cuales tienen la liga de coesencia. Es más, según la explicación de la metamorfosis dada por algunos especialistas rituales, no se trata de una transformación en sentido estricto, sino de la proyección de una de las entidades anímicas (la que preside la conciencia y la percepción del mundo circunstante) desde el interior del ser humano al interior del animal compañero. De esta manera, mientras el cuerpo permanece inerte, la capacidad de sentir y la voluntad se transfieren al alter ego, permitiéndole realizar a distancia actos prodigiosos (Signorini y Lupo, 1989).
Se trata de una modalidad del todo análoga a la concepción elaborada por la élite nahua prehispánica acerca de la transformación de esos personajes extraordinarios que fueron los nanahualtin (plural de nahualli; López Austin, 1980, I, pp. 422-430), y que en cierta medida integra plenamente la idea de dos seres, hombre y animal, que llevan simultáneamente dos existencias separadas con la idea de que ciertas personas puedan cruzar la frontera entre la identidad humana y la identidad animal. Así, en esta perspectiva, el individuo-nahual puede ser, al mismo tiempo y en el mismo espacio, dos cuerpos, hombre y animal, y una sola voluntad.
Se trata, como es evidente, de una manera de concebir a la persona humana radicalmente distinta de aquella que tiene la cultura occidental: la creencia en la coesencia y en la posibilidad de la metamorfosis es el testimonio de cómo, en el pensamiento de los pueblos indígenas de Mesoamérica, el hombre es un ser vulnerable, de naturaleza compuesta y de identidad fluida, y su existencia está sujeta a diversas influencias, que muchas veces limitan la libertad, pero de las cuales tiene la esperanza de obtener los poderes para trascender la precariedad de su propia existencia y devenir, a veces, como los antiguos soberanos mayas, el árbitro del equilibrio entre la sociedad y el cosmos.
Imagen: Izquierda: Los labios gruesos y la comisura hacia abajo han sido identificados como rasgos del jaguar en la iconografía del pueblo olmeca. El jaguar es un animal fuerte, y por lo tanto aparece a menudo como alter ego o nahual de los gobernantes. La Venta, Tabasco. Museo Nacional de Antropología. Derecha: En la escultura olmeca las representaciones de un hombre que se transforma en jaguar son un tema constante. Monumento 11 de La Venta. Museo Regional Carlos Pellicer Cámara, Villahermosa, Tabasco. Fotos: Marco Antonio Pacheco / Raíces.
Alessandro Lupo. Doctor en ciencias etnoantropológicas por la Universidad de Roma “La Sapienza”. Profesor asociado del Departamento de Estudios Glotoantropológicos y Disciplinas Musicales de la Universidad de Roma “La Sapienza”.
Lupo, Alessandro, “Nahualismo y tonalismo”, Arqueología Mexicana, núm. 35, pp. 18-23.
Si desea leer el artículo completo, adquiera nuestra edición impresa:
Animales en el mundo prehispánico. Versión impresa.