La Ciudadela

Leonardo López Luján

Teotihuacan, Estado de México. La Ciudad de los Dioses

II. Ciudadela

La Ciudadela se encuentra inmediatamente al este de la Calle de los Muertos, en el corazón mismo de la urbe. A pesar de su nombre, este imponente cuadrángulo de 400 m por lado nunca tuvo funciones defensivas, sino religiosas y residenciales. Su ancha plataforma, coronada por 15 templos, enmarca una plaza de 44 000 m cuadrados, espacio que podía albergar hasta 100 000 personas.

En el centro de la plaza se levanta un pequeño adoratorio y, más atrás, la Pirámide Adosada. Ésta, erigida en la fase Tlamimilolpa (225-350 d. C.), consta de cuatro cuerpos superpuestos, originalmente estucados y pintados de color rojo. La Pirámide Adosada cubre parcialmente otro edificio más antiguo y de mayores dimensiones: la Pirámide de la Serpiente Emplumada. No sólo se trata del tercer monumento más grande del sitio, sino del más suntuoso. En un principio tenía siete cuerpos decorados con inusitada opulencia. En sus alfardas, taludes y tableros fueron tallados los sinuosos cuerpos de serpientes emplumadas nadando entre conchas y caracoles. Las serpientes de los tableros cargan sobre su lomo –entre la cabeza y el cascabel– un tocado. Éste fue confundido durante muchas décadas con el rostro de Tláloc. Lejos de ello, el tocado adopta la forma de una cabeza de reptil, carente de mandíbula, con ojos de obsidiana y dos anillos sobre la frente. Hoy día sabemos que el edificio en su conjunto alude al mito de creación del tiempo y el calendario, y a la Serpiente Emplumada como patrona de los gobernantes.

Esta pirámide se consagró en la fase Miccaotli (150-225 d.C.) , sacrificando a más de 200 individuos, en su mayoría vestidos con atuendos militares y acompañados de armas. Sus cadáveres amarrados fueron descubiertos abajo y en torno al edificio, junto con ricas ofrendas. Éste y otros hallazgos recientes echan por tierra la visión idílica de un estado pacifista, encabezado por ascéticos sacerdotes que ejercían funciones políticas y que redistribuían los bienes económicos entre la población. Muy por el contrario, en Teotihuacan abundan las evidencias que atestiguan la importancia de la guerra y el sacrificio en esta sociedad.

El fondo de la plaza está ocupado por dos conjuntos residenciales casi idénticos. Se ha propuesto que allí moraban los sacerdotes de la pirámide o los gobernantes supremos de la ciudad.

 

Leonardo López Luján. Doctor en arqueología por la Universidad de París. Investigador del Museo del Templo Mayor, INAH. Fue codirector del Proyecto Xalla y actualmente es miembro del Proyecto Pirámide de la Luna, ambos en Teotihuacan.

López Luján, Leonardo, “Teotihuacan, Estado de México. La Ciudad de los Dioses”, Arqueología Mexicana, núm. 74, pp. 76-83.

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