Los hongos en la cultura wixárika

Mara Ximena Haro Luna

La región rodeada por cañones y, por lo tanto, más aislada del estado de Jalisco, la zona norte, forma parte del territorio wixárika (o huichol) que se extiende hasta Nayarit y parte de San Luis Potosí y Zacatecas. En Jalisco, las comunidades wixaritari establecidas al norte viven dentro de un relieve escabroso en el que la altitud varía desde los 980 hasta los 2 360 m, por lo que se desarrollan diferentes ecosistemas a lo largo de los gradientes altitudinales. En las zonas altas se encuentran bosques de pino, seguidos de bosques de encino, matorral subtropical, y en las zonas bajas hay pastizales provocados por actividades agropecuarias.

Debido al estilo de vida aislado y seminómada de los wixaritari, su conocimiento acerca de la biodiversidad y su aprovechamiento ha prevalecido casi intacto. Los hongos, por ejemplo, son parte importante de su dieta. Consumen aproximadamente 21 especies, que crecen en diferentes momentos de la temporada de lluvias y en los distintos tipos de vegetación. Emplean los colores de los hongos para explicar la estacionalidad de las especies, por ello es común escuchar “primero crecen los blancos, después los rojos y al final los amarillos”. Esto se debe a que los hongos que se consumen al inicio son blancos, como Agaricus campestris y Calvatia cyathiformis; a mediados de la temporada de lluvias consumen Russula y Boletus, que presentan colores rojizos; y al final del temporal, Amanita basii y Amanita laurae, de color amarillo.

La nomenclatura wixárika de algunos hongos es binomial, semejante a la nomenclatura científica, o de una sola palabra. En los nombres binomiales, la primera palabra hace referencia a la forma del hongo y la segunda, a su color o a algún animal o planta a la que está asociado. Los nombres formados por una sola palabra no tienen traducción o expresan relación con otros elementos de la naturaleza. En el caso de los hongos tóxicos, la segunda palabra tiene un significado abstracto, sin traducción literal pero que alude a alguna divinidad como a Kutsi, la abuela creadora. Dentro de su cosmovisión, los hongos tóxicos, como Amanita muscaria, no se deben consumir porque pertenecen a seres divinos.

Los hongos también son un elemento de contacto entre wixaritari y rancheros de ascendencia española. Los wixaritari recolectan Volvariella bombycina y Pleurotus djamor en el matorral subtropical, y Amanita basii y Amanita laurae en el bosque de pino, para venderlas en las comunidades rancheras. Estas especies, por ser las más apreciadas pueden llegar a precios altos (250 pesos mexicanos por kilo).

Todo el conocimiento que gira alrededor de los hongos es transmitido de padres a hijos, sin distinción de género. Aunque en los últimos años ha habido un mayor contacto entre las comunidades wixaritari y mestizas, estos saberes han resistido al desplazamiento cultural y la modernización. Mientras los hongos sigan siendo de gran importancia cultural, en la región se mantendrá su aprovechamiento, respeto y cuidado.

 

Mara Ximena Haro Luna. Maestra en ciencias en biosistemática y manejo de recursos naturales y agrícolas, Universidad de Guadalajara. Cursa el doctorado en el Laboratorio de Micología de la Universidad de Guadalajara.

Haro Luna, Mara Ximena,  “Los hongos en la cultura wixárika” Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 87, pp. 60-61.