Patrick Johansson K.
Fray Bernardino de Sahagún describió detalladamente la corporación de los pochtecas y reveló asimismo hechos socioeconómicos del mundo prehispánico omitidos por la mayoría de los cronistas. Organizados en jerarquías bien delimitadas y poseedores de dioses, ritos y tribunales propios, los pochtecas llegarían a constituirse en una pieza clave en el desarrollo político- económico y en la expansión territorial de la Triple Alianza.
Muchos mexicanos se dedicaban al comercio en la época prehispánica. En determinados días, el espacio sagrado del mercado (tianquiztli) se llenaba con campesinos que venían a vender lo que habían cosechado, hilanderas que ofrecían sus tejidos, artesanos que negociaban el precio de sus productos manufacturados, pescadores que vendían lo que habían sacado del lago, y otros más que efectuaban el intercambio de mercancías necesario en la vida de una comunidad. Estos comerciantes, sin embargo, no formaban una clase distinta dentro de la población. Paralelamente a este pequeño comercio, y al tributo que pagaban los pueblos sometidos, existían poderosos gremios de mercaderes que tenían el monopolio del comercio “exterior”. Estos mercaderes o pochtecas constituían una clase en pleno auge cuyo poder económico había permeado ya los estratos políticos y religiosos de la sociedad mexica a principios del siglo XVI.
Fray Bernardino de Sahagún, en la magna obra de etnografía que constituye su Historia general de las cosas de Nueva España, o Códice Florentino, describió detalladamente la corporación de los pochtecas y reveló asimismo hechos socio-económicos del mundo prehispánico omitidos por la mayoría de los cronistas.
Proponemos en este artículo una descripción de los pochtecas basada en la obra de Sahagún, la cual representa la culminación gráfica de un trabajo de recopilación, transcripción y traslado al español de lo que sus informantes indígenas le proporcionaron oralmente en náhuatl. Por lo mismo, todas las citas aquí incluidas fueron extraídas de la mencionada obra del genial franciscano.
El origen de los pochtecas
La corporación de los pochtecas tiene su origen en Tlatelolco durante el reinado de Quaquapitzáhuac. Como lo indica Sahagún, el nombre de pochtécatl proviene de uno de los barrios de Tlatelolco, donde se estableció el primer gremio de estos comerciantes: Pochtlan, literalmente “el lugar del humo”. Al parecer dichos mercaderes desempeñaron desde aquella época un papel importante en el seno de la sociedad tlatelolca y, según el historiador Muñoz Camargo, fueron ellos los que dieron a conocer los tejidos de algodón a los habitantes de las pequeñas y rústicas comunidades lacustres. En la época de Tlacatéotl y de Cuauhtlahtoa ya importaban bezotes, plumas y pieles de animales feroces (tecuanime). Cuando llega al poder Moquíhuix, último tlatoani de Tlatelolco antes de su anexión en 1473 a México- Tenochtitlan, la calidad y la variedad de los productos eran ya asombrosas: telas, ropa bordada, joyas de oro, de cobre o de obsidiana, cuchillos de obsidiana, tintura de cochinilla, hierbas medicinales, chalchihuites, esmeraldas, conchas marinas, pieles de jaguar, ámbar y plumas de guacamaya, quetzal y otras aves exóticas. Además figuraba ya el cacao, brebaje predilecto de la nobleza.
La importancia social de los pochtecas, que los diferencia de los demás comerciantes, tiene su origen en un hecho histórico que ocurrió durante el reinado de Ahuítzotl. Una columna de mercaderes nahuas fue atacada y luego sitiada en el pueblo de Ayotlan, situado en el istmo de Tehuantepec, sobre la costa del Pacífico. Los mercaderes se defendieron y resistieron durante cuatro años, y al final vencieron a sus enemigos. Cuando Motecuhzoma, entonces todavía tlacochcálcatl (es decir, capitán general de los ejércitos), llegó a la región llamada Anáhuac para proporcionar su ayuda a los sitiados, se encontró en el camino a los pochtecas vencedores que regresaban con sus cautivos. La llegada a México-Tenochtitlan fue triunfal. Fueron recibidos por Ahuítzotl, al que entregaron las insignias y los estandartes conquistados en la región de Anáhuac. Los pochtecas se dirigieron al tlatoani en estos términos:
Señor nuestro, vive muchos años. Aquí en tu presencia hemos puesto el precio, porque tus tíos, los pochtecas, que estamos, pusimos nuestras cabezas y vidas a riesgo, y trabajamos de noche y de día, que aunque nos llamamos mercaderes y lo parecemos, somos capitanes y soldados que disimuladamente andamos a conquistar, y hemos trabajado y padecido mucho por alcanzar estas cosas que no eran nuestras, sino que por guerra y con muchos trabajos las alcanzamos (Sahagún, 1989, p. 541).
Este hecho “heroico” consolidó y legitimó a la clase comerciante guerrera, que iba a constituirse un día en una pieza clave en el desarrollo político-económico y en la expansión territorial de la Triple Alianza.
Patrick Johansson K. Doctor en letras por la Universidad de París (Sorbona). Investigador en el Instituto de Investigaciones Históricas y profesor de literatura náhuatl en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Johansson K., Patrick, “Los pochtecas en la obra de Sahagún”, Arqueología Mexicana núm. 36, pp. 46-51.
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