Templos dedicados a Ehécatl-Quetzalcóatl

Eduardo Matos Moctezuma

Empezaré por advertir que no todos los templos circulares están dedicados al dios del viento, Ehécatl-Quetzalcóatl. Son los casos de edificios muy antiguos, como el de Cuicuilco al sur de la Ciudad de México y el de la Espiral en Xochitécatl, Tlaxcala, ambos pertenecientes al Preclásico Tardío, que representan, en los dos casos, volcanes tan comunes en el Centro de México; el primero al Xitle (Matos, 2002) y el otro al Popocatépetl (Serra Puche, 2012). De ser así, su asociación con el dios viejo y del fuego parece evidente. Habría que agregar algunos ejemplos más tardíos, como el observatorio circular de Chichén-Itzá y el basamento de Guachimontones en Jalisco, que aunque se comenta en el caso de este último que está dedicado a Ehécatl, tengo mis reservas al respecto. Además, existen aquellos construidos por los mexicas, como el Cuauhxicalco, ubicado frente al Templo Mayor de Tenochtitlan, lugar de enterramiento de algunos gobernantes tenochcas, y el adoratorio circular de la estación del metro Pino Suárez, cuya primera fase constructiva está dedicada a Ehécatl y posteriormente a Tláloc (Sánchez, Mena y Carballal, 2012). A esto hay que añadir varios pequeños adoratorios en el interior del recinto sagrado de Tlatelolco y aclarar la presencia de algunos basamentos con estas características en la Huasteca. Estos ejemplos bastan y pasamos, ahora sí, a los edificios que guardan relación estrecha con Quetzalcóatl en su advocación de dios del viento. Un dato interesante que de inmediato llama la atención es que la mayoría de los edificios dedicados a esa deidad corresponden cronológicamente al Posclásico mesoamericano (900-1521 d.C.). Otra característica peculiar es que algunos de ellos tienen forma circular y los hay con forma compuesta, es decir, cuentan con un basamento rectangular, en donde se localiza la escalera de acceso a su parte superior, y la parte posterior del edificio tiene una saliente semicircular. A esto hay que sumar la orientación de los edificios: casi todos están viendo hacia el este. Con estos antecedentes vamos a analizar la importancia del dios del viento, la presencia de estos edificios y sus características y a qué puede obedecer que su fachada principal vea hacia el este.

El dios del viento

El culto a esta deidad deviene de la presencia de Quetzalcóatl, la cual se remonta a épocas muy tempranas. Sin embargo, la advocación de Ehécatl- Quetzalcóatl como deidad del viento la vemos presente con mayor claridad desde finales del Clásico y con un marcado énfasis en el Posclásico. Una de las primeras representaciones parece ser la que se encuentra en la Estela 19 del sitio maya de Ceibal, fechada hacia 870 d.C., en la que se aprecia al personaje portando la máscara bucal, que es una de las características que lo identifica como dios del viento. Esta máscara sigue siendo una incógnita que la arqueología no ha podido resolver. Varias opiniones se han emitido al respecto y entre ellas destaco la de Alfonso Medellín Zenil, quien, por un lado, atiende lo relativo a la antigüedad de la deidad y plantea que se le encuentra desde el Preclásico, para lo cual se basa en una figurilla de barro localizada en Loma de los Carmona, Veracruz, la que, a mi parecer, no corresponde a la representación del dios.

Por otro lado, señala la posible explicación del pico de ave que porta el dios atribuyéndolo a las aves migratorias y su relación con los cambios climáticos y el viento, lo cual debe tomarse en cuenta (Medellín, 1957). Es importante resaltar que Ehécatl guarda estrecha relación con la lluvia y es así como fray Bernardino de Sahagún lo describe en su libro I: “Este Quetzalcóatl, aunque fue hombre, teníanle por dios y decían que barría el camino a los dioses del agua y esto adivinaban porque antes que comienzan las aguas hay grandes vientos y polvos, y por esto decían que Quetzalcóatl, dios de los vientos, barría los caminos a los dioses de las lluvias para que viniesen a llover” (Sahagún, 1956, t. I, p. 45).

Eduardo Matos Moctezuma. Maestro en ciencias antropológicas, especializado en arqueología. Fue director del Museo del Templo Mayor, INAH. Miembro de El Colegio Nacional. Profesor emérito del INAH.

 

Matos Moctezuma, Eduardo, “Templos dedicados a Ehécatl-Quetzalcóatl”, Arqueología Mexicana, núm. 152, pp. 52-59.

 

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