Tenochtitlan y los conquistadores

Raúl Barrera Rodríguez, Lorena Medina Martínez

Con aproximadamente 400 soldados españoles y más de 6 000 indígenas aliados –entre los que se encontraban totonacos, tlaxcaltecas y cholultecas– el 2 de noviembre de 1519 el conquistador Hernán Cortés llega a un puerto montañoso que se sitúa entre los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl a unos 3 600 msnm, desde donde divisaron la magnitud y majestuosidad de la ciudad de Tenochtitlan, edificada en el centro del lago de Texcoco.

El paisaje se levantaba a la distancia con sus lagos, montañas y ciudades ante la mirada atónita de los conquistadores. Para el caso de Tenochtitlan, ésta ostentaba su gran Templo Mayor y su recinto sagrado, así como las grandes calzadas que comunicaban con tierra firme. Desde ese momento se iniciaba la cuenta regresiva, en la cual, en menos de dos años, caería el último reducto mexíhcatl e iniciaría la destrucción casi total y sistemática de las ciudades gemelas de Tenochtitlan y Tlatelolco, continuando después con los pueblos aledaños.

Luego de su contacto visual con la zona de los lagos y sus asentamientos, los ejércitos de guerra en su camino a Tenochtitlan continuaron por Amaquemehcan (Amecameca) y después por Tlalmanalco, hasta llegar a la población de Ayotzinco (hoy Ayotzingo, municipio de Chalco, estado de México), lugar donde se encontraba el embarcadero o puerto más importante del lago de Chalco y que a su vez servía de entrada desde esta región a los lagos de Xuchimilco, Tetzcoco, Xaltocan y Zumpango. A ese puerto llegaban por tierra mercaderías provenientes de lugares distantes, de las regiones de Puebla, Morelos, Guerrero y Oaxaca, las cuales eran trasladadas por agua en embarcaciones hasta el mercado de Tlatelolco y a Tenochtitlan. Tomando como punto de partida este lugar estratégico y de acceso a la zona del Anáhuac, presentamos en este trabajo un recuento de la ruta y de los pueblos por los que los soldados españoles y sus aliados transitaron en su camino hacia Tenochtitlan, y de los constantes esfuerzos que los pueblos del Centro de México hicieron por detener el constante avance de los invasores, autores del colapso que se avecinaba.

Ayotzinco

Las fuentes refieren que una parte del pueblo se encontraba adentro del lago y la otra al pie de una áspera serranía conocida como Ayaquémetl (a este lugar los conquistadores llegaron por medio de un camino antiguo que hoy ocupa la calle principal de Ayotzingo y que se conoce con el nombre de Hernán Cortés). En ese lugar los forasteros pernoctaron. A la media noche guerreros mexicas se acercaron en canoas y otros bajaron sigilosamente desde las montañas con el propósito de sorprenderlos y, al ser descubiertos, fueron muertos por los arcabuces españoles. Al parecer, fueron 20 los guerreros mexicas asesinados esa noche como resultado de un último intento por contener el avance de las fuerzas extranjeras hacia Tenochtitlan (Cortés, 2015, p. 60).

Míxquic

Desde Ayotzingo, los ibéricos y sus aliados indígenas continuaron su camino siguiendo la costa del lago de Chalco; pasaron por Tezompa y Tetelco, hasta llegar al pueblo hoy conocido como San Andrés Míxquic. A lo largo de ese trayecto, multitud de gente salía a verlos; los habitantes de los pueblos vecinos –entre ellos debieron encontrarse los de Chalco, Cocotitlan, Temamatla, Acatlixhuayan, Atlazalpan, Zulan, Tezompa, Huitzilzingo, Xihco y Tetelco–, sorprendidos, se apostaron en los caminos y atajos para contemplar a los hispanos y sus acompañantes, quienes por la cantidad de gente que acudió aquel día, no podían andar fácilmente.

Raúl Barrera Rodríguez. Arqueólogo por la ENAH, investigador de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH. Responsable del Programa de Arqueología Urbana.

Lorena Medina Martínez. Arqueóloga por la ENAH. Pasante de la maestría en antropología por la University of Alaska, Anchorage.