Xihuingo, Hidalgo

Matthieu Wallrath

El sitio de Xihuingo, también conocido como Tepeapulco, se localiza 3  km al norte de la población de Tepeapulco, Hidalgo, y a unos 35 km  al noreste de Teotihuacan. Desde el punto de vista astroarqueológico, el sitio exhibe rasgos que nos indican que su ubicación fue deliberadamente escogida por encontrarse algo aislado, cercado al noreste, noroeste y sur  por serranías escarpadas -se abre hacia el suroeste con vista al Cerro Gordo, al sur de cuyas faldas se extiende Teotihuacan-, y por el hecho de que gran parte de su superficie está cubierta por miles de rocas, las cuales son ideales para grabar petroglifos.

Los resultados arrojados por varias investigaciones realizadas en estos últimos años han revelado que Xihuingo, como extensión de la cultura teotihuacana, fue ocupado desde el Preclásico Tardío (1-200 d.C.) hasta la época de los mexicas, con una interrupción de unos 250 años entre 750 y 1000 d.C.  Hoy en día está destruido en un 90%. Actividades agrícolas de varios tipos durante las épocas colonial y poscolonial  modificaron sustancialmente su entorno, y durante los cincuenta del siglo pasado fue utilizado como cantera. De la época teotihuacana sobrevivieron a la destrucción el conjunto pirámide plaza avenida, cimientos de edificaciones  y varios petroglifos.

Xihuingo nos dio la oportunidad de estudiar uno de los rasgos característicos de la cultura teotihuacana: los marcadores y petroglifos asociados. Cuando hablamos de marcadores nos referimos a círculos -rara vez cuadrados con cuatro radios punteados, los cuales desempeñaron  varias funciones: sirvieron para la planeación de la traza urbana de Teotihuacan y para evaluar el significado astronómico  de la orientación trazada entre dos marcadores. Asimismo, representan sistemas de cómputo calendárico, ya que el número de puntos se refiere, por lo general, a intervalos de tiempo conocidos. En Xihuingo, el hecho de estar grabados en rocas les confiere un carácter de permanencia; por eso pensamos que el sitio funcionó como un centro de observación, almacenamiento y transmisión de datos  astronómicos,  lo cual  permitió a varias generaciones instruirse en el arte de observar los astros durante cientos de años.

Tipos de marcadores

Se han registrado y estudiado 46 marcadores, a los que se identifica con la clave Xih y un consecutivo; 36 de ellos están completos, en su posición original, y se encuentran distribuidos en grupos o aislados en un terreno accidentado. Varían en cuanto a la forma: hay circulares, ovalados o cuadrados; la  posición: horizontal, vertical o inclinada; y tienen una, dos, tres o cuatro líneas concéntricas, Sus radios son generalmente de orientaciones imprecisas, por ser demasiados cortos, además de  que varios  son curvos o quebrados. Los elementos iconográficos más frecuentemente asociados con ellos indican que representan cuerpos o eventos astronómicos o tipos de conducta humana, por ejemplo: hileras de muescas (¿cómputo?), meandros salpicados de puntos (¿constelaciones?), espirales y dobles espirales (¿ciclos solares y lunares? -interpretación sugerida por el astrónomo Daniel Flores-, caras antropomorfas (¿mirar'?). La cantidad de motivos que acompaña a ciertos marcadores indicaría que  unos desempeñaron un papel más protagónico que otros, o que fueron utilizados por más tiempo.

Conjeturamos que  el interés manifestado por los teotihuacanos en el cielo y su deseo de entender la razón del lugar que ocupaban en el universo los llevó a proyectar parte de este último en Xihuingo. Es posible que e1 ordenamiento espacial de los marcadores obedeciera a ese deseo de recrear en la tierra lo que contemplaban en el  firmamento. Respecto a su ubicación en el contexto espacial, los teotihuacanos, para afianzar su vínculo con su medio, escogieron entre varias opciones un punto cardinal fijo, inamovible: el polo norte, alrededor del cual giraba la bóveda celeste. Se auxiliaron de un segmento e meridiano trazado entre los marcadores Xih-9 y Xih-27, cuya orientación apunta directamente al norte, por medio del registro fotográfico nocturno, con ayuda de una lámpara eléctrica colocada en el Xih-27, hemos  podido confirmar la importancia y desempeño de ese punto cardinal. Cabe mencionar que el marcador Xih-9 está acompañado de varios elementos, en especial lo que parece representar la constelación de Escorpión,  un ollin (movimiento) y un círculo rodeado por 11 puntos dentro de un  yacameztli (nariguera en forma de Luna),

Marcadores, calendarios y petroglifos

En cambio, para ubicarse en el tiempo, los teotihuacanos elaboraron calendarios para indicar las fechas de sus ceremonias religiosas o  el inicio de ciertas actividades agrícolas. Así, utilizaron al Sol como instrumento de medición temporal, en su desplazamiento anual a lo largo del horizonte, con sus paradas solsticiales y equinocciales. Numerosas  son las culturas y  civilizaciones del mundo que celebran el solsticio y Xihuingo no es una excepción. Visto desde el marcador Xih-17, el Sol sale exactamente sobre el marcador Xih-7 el 21 de diciembre. Estos dos marcadores están asociados con varios  petroglifos alusivos a eventos astronómicos.

Los sacerdotes astrónomos, como asiduos y sistemáticos escudriñadores de los  cielos nocturnos, se dieron cuenta que también deberían registrarse algunos eventos singulares, no repetitivos e inexplicables  por falta de conocimientos teóricos, y dejaron plasmados en rocas los resultados de sus observaciones. La asociación del marcador Xih-3 con un  petroglifo en forma de estrella de cinco puntas con dos círculos concéntricos en su interior (este último elemento representa  el símbolo del Sol, como lo describe el padre Bernardino de Sahagún en sus primeros Memoriales, redactados justamente en Tepeapulco hacia 1558-1560, llamó la atención del astrónomo Jesús Galindo Trejo, quien sugiere que tal combinación  bien podría referirse al estallido de una estrella o supernova.  Al buscar en los anales astronómicos históricos datos para corroborar esto, encontró que astrónomos chinos, coreanos y japoneses registraron un  objeto con luz brillante e intensa casi en el centro de la cola de Escorpión entre el 28 de febrero y el 29  de marzo  de 393 d.C., evento y fechas que fueron confirmadas en 1975 por los cosmógrafos Clark y Stephenson.

Entre las docenas  de representaciones de eventos astronómicos registradas y las más de 700 orientaciones estudiadas entre pares de marcadores, nos hemos limitado a presentar tres casos que nos parecieron de interés para los lectores. Por último, cabe señalar que los papeles desempeñados por la Luna, Venus y las constelaciones también dejaron numerosas huellas grabadas en  Xihuingo.

Matthieu Wallrath. Investigador independiente. Doctor en antropología por la Universidad de Columbia,  Estados Unidos.

 

Wallrath, Matthieu, “Xihuingo, Hidalgo”, Arqueología Mexicana, núm. 47, pp. 40-45.

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