En el occidente de Morelos se localizan varias zonas arqueológicas que permiten acercarse a la historia de la región en la época prehispánica, una de ellas, Xochicalco, se encuentra entre las ciudades más importantes de Mesoamérica.
El área que ahora ocupa el estado de Morelos fue en la época prehispánica un territorio que albergó un amplio y diverso conjunto de culturas. A lo largo de miles de años, los grupos que habitaron esta región se transformaron de sociedades agrícolas, que habitaban pequeñas aldeas, en otras de mayor complejidad, que ocupaban ciudades de gran tamaño. Esta prolongada historia dio lugar un vasto e importante acervo que, de acuerdo con los diversos recorridos del área efectuados en las últimas décadas, está conformado por más de 1000 sitios arqueológicos, entre los que se encuentran algunos tan importantes como Chalcatzingo y Xochicalco.
Las investigaciones
Debido a su importancia para entender el desarrollo de Mesoamérica, y en particular el del Centro de México, Morelos ha sido una región atractiva para los investigadores. De hecho, entre las primeras descripciones de sitios arqueológicos en México se encuentra la de Xochicalco, realizada por Antonio de Alzate y publicada en 1791. Desde entonces a la fecha, en esta región se han llevado a cabo numerosas investigaciones que han revelado un largo y complejo desarrollo histórico y cultural. Durante esos poco más de dos siglos se transitó de las descripciones de viajeros y exploradores a la investigación científica realizada desde principios del siglo XX. Un producto destacado de esas investigaciones son las zonas arqueológicas abiertas al público, entre las que se cuentan, además de las descritas aquí, situadas en el occidente del estado, Chalcatzingo, Las Pilas y Olintepec, que en conjunto ofrecen un elocuente panorama de las características y la evolución histórica de las culturas que habitaron Morelos durante la época prehispánica.
La historia
La evolución histórica de los pueblos de Morelos estuvo determinada por diversos factores, entre los que se encuentran su envidiable posición geográfica y sus favorables condiciones ambientales. Su situación respecto a otras regiones mesoamericanas –se localizaba al sur de la Cuenca de México y contigua a otras zonas con desarrollos importantes– propició que las culturas locales mantuvieran una constante relación con las de otras áreas y participaran activamente en el devenir mesoamericano. Asimismo, el hecho de que en la región de Morelos se dieran las condiciones propicias para el cultivo de algodón, la convirtieron en un territorio atractivo para los pueblos de aquellas zonas, los que en su afán de asegurar el abastecimiento de tan importante producto no dudaron en establecer relaciones comerciales con las sociedades de la región e incluso pretendieron dominarlas.
Las poblaciones sedentarias más antiguas de Morelos eran, como las de otras regiones mesoamericanas, sencillas aldeas agrícolas, algunas de las cuales se transformaron en el Preclásico Medio (1200-400 a.C.) en asentamientos de gran tamaño y con cierta complejidad. Es entonces cuando los pueblos de Morelos participaron activamente en la esfera mesoamericana; son numerosos los lugares que muestran huellas de una fuerte presencia olmeca, como Gualupita y Chalcatzingo. Durante el Clásico (200-700 d.C.), además de albergar desarrollos de corte local, la región participó en el sistema regido por Teotihuacan, ciudad a la que probablemente proveía de algodón y otros productos. A esa época corresponden sitios como Las Pilas, San Ignacio y Hacienda de Calderón. En el periodo Epiclásico (700-900 d.C.) tuvo lugar el apogeo del que sin duda fue el sitio más importante de la época prehispánica en Morelos: la impresionante ciudad fortificada de Xochicalco. Como otras regiones del Centro de México, Morelos fue una zona dominada por grupos nahuas en el Posclásico (900-1521 d.C.); la mayor parte del territorio se encontraba bajo el dominio de los tlahuicas, uno de los grupos que habían migrado desde Aztlan. Emparentados con los mexicas, los tlahuicas eran importantes tributarios de la Triple Alianza y tenían sus principales poblaciones en Cuauhnáhuac (Cuernavaca) y Huaxtépec (Oaxtepec). La región pronto fue conquistada por Hernán Cortés, a quien se le otorgó la encomienda.
En la Colonia se convirtió en un importante productor de caña y desde entonces ha sido escenario de numerosos episodios históricos, que incluyen la guerra de Independencia y la Revolución, en la que fue cuna del movimiento agrario más importante de México. Además de poseer notables zonas arqueológicas, alberga numerosos monumentos históricos, que van desde un importante conjunto de conventos del siglo XVI hasta un amplio grupo de haciendas. Hoy día, merced a su bondadoso clima y a sus numerosos balnearios, es un sitio de descanso para buena parte de la población de la ciudad de México.
María del Carmen Solanes C. Arqueóloga. Investigadora del Departamento de Registro Arqueológico, INAH.
Solanes C., María del Carmen, “Xochicalco y el occidente de Morelos. Guía de viajeros”, Arqueología Mexicana, núm. 47, pp. 74-81.
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