Teotihuacan tuvo un sistema de escritura jeroglífica muy desarrollado. Es muy probable que la mayoría de esos textos se escribieran en libros de piel de venado o sobre papel, materiales que desaparecieron hace mucho. Sin embargo, se conservan muchos textos en murales, cerámica monumentos labrados, los que tienen aún mucho que decirnos sobre la escritura teotihuacana.
Gracias al establecimiento de una compleja red de relaciones políticas de diversa índole, Calakmul llegó a convertirse en una auténtica “superpotencia”, en la capital del cuchcabal de la Cabeza de Serpiente. De ese esplendor dan cuenta las dimensiones de la ciudad, la magnificencia de sus edificios públicos y una gran cantidad de menciones a esta entidad en las inscripciones jeroglíficas.
Chichén Itzá fue la capital de una amplia región en el Clásico Terminal y el Posclásico Temprano, cuando alcanzó tal importancia que para la época de la conquista aún quedaba memoria de su existencia en crónicas y leyendas indígenas que relatan su fundación por los itzaes, pueblo venido del oeste.
Los reinos y capitales mayas que se fundaron entre los siglos IX y XIV no escaparon al influjo del mito que relataba la fundación del primer reino en la legendaria ToIlán- Teotihuacán y alguno de ellos fueron declarados hechura tolteca.
Los edificios que conformaban los espacios públicos de las ciudades mayas, además de su valor funcional, poseían un carácter ideológico. Esos espacios transmitían mensajes a la sociedad y funcionaban como medios de legitimación del grupo gobernante.