La ciudad prehispánica más grande que se conoce en el antiguo norte de México, Paquimé, posee una impresionante arquitectura de tierra y gran conjunto de centros ceremoniales y multifamiliares.
Nacido entre la selva tropical húmeda y las matas de vainilla, Tajín fue un centro ceremonial con una población residente mínima. Sin embargo, la complejidad urbana que adquirió en épocas posteriores fue sorprendente.
Amos de la guerra y de la política de alianzas, como recurso para vencer los obstáculos, los aztecas pronto adquirieron el prestigio y el poderío suficiente para dominar, primero, la Cuenca de México y, después, otros espacios del territorio mesoamericano.
Las investigaciones realizadas entre otros, por Alfonso Caso, despertaron el interés por la arqueología de los valles centrales de Oaxaca que, hasta la fecha, nos sigue brindando resultados inesperados con qué detallar el desarrollo histórico de la metrópoli.
Los mayas de Palenque construyeron la ciudad en lugar exacto donde confluyen la enorme planicie costera del Golfo de México y las estribaciones de sierra de Chiapas. Con los años, Palenque se convertiría en uno de los centros más importantes de la región.
Maravillaba la traza tan rectangular de Teotihuacán, la ciudad más perfecta de su tiempo, lugar sagrado de peregrinación, centro del dominio político y económico de toda la región, modelo original de la ciudad civilizada por excelencia.