Las favorables condiciones ambientales de la costa de Golfo propiciaron desde épocas tempranas el desarrollo de diversos grupos, como los olmecas, los huastecos, los del Centro de Veracruz, el de Tajín y los totonacos.
Debido a su amplitud y a su prolongada ocupación, fue el escenario del desarrollo de múltiples tradiciones culturales, algunas de claro origen local y otras pertenecientes de manera relevante a la esfera mesoamericana.
Se distingue, entre otras cosas, por su gran extensión territorial; de hecho es la región de mayor tamaño de toda Mesoamérica. En ella se desarrollaron importantes tradiciones culturales.
Aquí se desarrolló una de las tradiciones prehispánicas de mayor duración. Pequeñas aldeas se transformaron en ciudades de gran tamaño y complejidad que dieron lugar a un rico conjunto de manifestaciones culturales.
A lo largo de la época prehispánica, en Centroamérica se desarrollaron diversas culturas autóctonas, en las que confluyeron elementos del área mesoamericana y otros propios de tradiciones localizadas más al sur.
Durante el Clásico y el Posclásico, parte del área norte, que al momento de la conquista estaba habitada por grupos nómadas, estuvo ocupada por sociedades sedentarias con rasgos culturales comunes a Mesoamérica.
Abarcaba partes del suroeste de Estados Unidos y del norte de México,y era habitada, al igual que Mesoamérica, por grupos sedentarios agrícolas que llegaron a poseer manifestaciones culturales complejas.
Las sociedades de esta extensa región semiárida, situada al norte de México, conservaron por milenios un modo de vida nómada y una subsistencia basada en la caza-recolección.
En el Posclásico Tardío esa región estaba habitada por grupos nómadas a los que se llamaba chichimecas. En el ámbito mesoamericano, en tanto, como había sucedido en el periodo anterior, los aspectos militares y comerciales fueron factores fundamentales en la integración de las distintas regiones.
El Epiclásico se distingue por la proliferación de estilos regionales derivados de la ausencia de un poblado hegemónico, así como por el surgimiento de nuevos centros de poder, cuyo esplendor sería relativamente corto.
A la caída de Teotihuacan se transformó radicalmente el entramado político del área central, mientras que en la zona maya se vivió un esplendor sin paralelo en las épocas siguientes.