El amaranto en el México prehispánico fue una de las principales plantas alimenticias empleadas tanto en el sustento diario como en la vida ritual. No hace mucho, el mundo lo redescubrió y quedó admirado de su gran valor nutricional.
El perro fue el animal que sustituyó al hombre en el sacrificio sangriento porque es el más cercano a los seres humanos, el más dócil, el más fiel y, por tanto, el que puede representarlos ante los dioses.
En el México prehispánico, principalmente en la región conocida como Mesoamérica, vemos al perro relacionado con el hombre en un grado que quizá no tiene comparación en ningún otro lugar del mundo.
Los tamales tzoalli cumplieron en el pasado una función ritual y simbólica, ya que la masa de tzoalli permitió la elaboración de ixiptla, figuras o esculturas de las deidades, objeto de culto.
Los teotihuacanos generaron manifestaciones culturales que les darían prestigio y que en adelante formarían parte de la vida cotidiana y ritual de los pueblos del Centro de México.
Los zapotecos, llamados en su propio idioma ben zaa, “la gente de las nubes”, constituyen el grupo más antiguo de la región oaxaqueña. Habitaron principalmente los Valles Centrales y las sierras circundantes.