Es frecuente que algunos de los descubrimientos en el mundo de la arqueología no se den dentro de los proyectos académicos, sino por accidente, por aficionados o por mera destrucción. En este caso, el descubrimiento de un rico contexto funerario al interior de un abrigo rocoso en las faldas de la Sierra Madre Occidental en la comunidad de Avendaños, municipio de San Francisco de Borja, Chihuahua, se debió, lamentablemente, a su destrucción. A principios de 2016, los dueños de una cueva que se aprovechaba como agostadero decidieron nivelarla con un bulldozer para usarla en eventos sociales. Como producto de la nivelación al interior de lo que se conoce como Cueva Avendaños se destruyó un rico contexto arqueológico donde los trabajadores fueron recolectando los materiales que les parecieron interesantes y que iban apareciendo detrás de la máquina, y los depositaron en una covachita cercana. El dueño, al percatarse del hecho, detuvo las obras y realizó la denuncia a los arqueólogos de la Escuela de Antropología e Historia del Norte de México (EAHNM), en Chihuahua, un viernes por la tarde, y envió una fotografía de los materiales. Con oficio en mano se realizó un rescate, el cual consistió en registrar los materiales recolectados por los lugareños, realizar una inspección de la cueva, registrar material in situ y realizar algunas calas de aproximación. Para ello se trasladaron hasta lo que en ese momento era considerada una cueva por los cuatro arqueólogos adscritos a la licenciatura de arqueología y alumnos voluntarios de la misma licenciatura de la EAHNM, por los subsiguientes tres fines de semana de mayo de 2016.
El sitio Cueva de Avendaños se localiza en el río San Carlos, tributario del río Conchos, en su margen izquierda, a unos 500 m de la comunidad del mismo nombre, a unos 15 km de la población de San Francisco de Borja, por camino de terracería, y a 125 km de la ciudad de Chihuahua en dirección a la ciudad de Cuauhtémoc por la carretera federal núm. 16. Geológicamente hablando, el sitio es un abrigo rocoso, pero los lugareños lo conocen como Cueva de Avendaños.
A nuestra llegada al sitio se procedió a parar las obras de manera inmediata, constatar los daños y registrar el material que recolectaron los trabajadores, que se encontraba dentro de una covachita a las afueras de la línea de goteo del abrigo. Una primera impresión fue la de constatar la diversidad de objetos, así como la buena preservación de los materiales, los cuales a la hora de registrarlos, y embalarlos daban la impresión de ser de reciente creación con colores vivos. Todos y cada uno de los objetos fueron fotografiados y registrados in situ y embalados para su traslado al laboratorio de arqueología de la EAHNM, Chihuahua. Consideramos importante mencionar la buena disposición de la comunidad al llevarnos los materiales para su investigación y conservación, en especial la del dueño del predio, Gilberto Olivas Sánchez, alias el Chato.
Aunque el contexto original fue completamente destruido por la maquinaria, inferimos que se trataba de un bulto funerario debido a los materiales localizados y resguardados por los trabajadores, el cual estaba compuesto por lo menos por tres individuos adultos (dos cráneos de adulto y tres pares de fémures). Entre los materiales que creemos formaban parte de este contexto se registraron fragmentos de cestería, en los cuales se pudieron apreciar diseños geométricos; un fragmento grande de textil color rojo/café oscuro, que se cree pudo ser con el que se envolvió el fardo funerario; un fragmento de cuero de piel de venado, en que se aprecia una costura (posiblemente una bolsa o taparrabo); cordelería hecha posiblemente con algodón, yuca y cabello humano; fragmentos de madera; gran cantidad de olotes; una concha marina sin trabajar, y la cabeza momificada de una guacamaya. Como ya mencionamos, estos materiales no se hallaron in situ y a pesar de su buena conservación se encontraron en muy mal estado por haber sido sacados de su contexto con un bulldozer en el transcurso de la nivelación del suelo del abrigo. Por eso, al realizar la inspección para registrar sus medidas se notó que en la pared del fondo quedaba una franja –de aproximadamente un metro de ancho, un metro de alto (en su parte más alta) y unos 60 m de largo– que la maquinaria no había destruido y que en los cortes había una gran cantidad de materiales y contextos que podrían ser excavados para obtener mayor información acerca de los habitantes que usaron este abrigo como su hogar. Inmediatamente se tomó la decisión de realizar unas calas con las cuales poder establecer la estratigrafía, identificar contextos no alterados y, de ser posible, obtener material de fechamiento. Al final del rescate se realizaron siete unidades de excavación de distintas dimensiones.
• Emiliano Gallaga Murrieta. Arqueólogo por la ENAH; doctor en antropología por la Universidad de Arizona. Director y profesor/investigador de la EAHNM.
• Sthephen Plog. Doctor en antropología por la Universidad de Michigan. Profesor/investigador de la Universidad de Virginia.
• Patricia Gilman. Doctora en antropología por la Universidad de Nuevo México. Profesor/investigador de la Universidad de Oklahoma.
• Doug Kennett. Doctor en antropología por la Universidad de California. Profesor/investigador de la Universidad Estatal de Pennsylvania.
• Brenda Castro. Pasante de arqueología de la Escuela de Antropología e Historia del Norte de México.
Gallaga Murrieta, Emiliano et al. “La guacamaya momificada de Cueva de Avendaños, Chihuahua”, Arqueología Mexicana, núm. 154, pp. 76-83.
Texto completo en la edición impresa. Si desea adquirir un ejemplar:
https://raices.com.mx/tienda/revistas-los-poderosos-muertos-AM154